Ed, el chimpancé (1996)

“Ed, el chimpancé” es una película que, a primera vista, podría parecer una simple fábula sobre la amistad y la superación personal. Sin embargo, tras una visión más profunda, emerge una obra sorprendentemente conmovedora, rica en detalles y con una dirección que logra transmitir la esencia de una conexión inusual y genuina. La película, adaptada de la novela homónima de Kurt Vonnegut, no es un drama trascendental, pero sí un ejercicio de sensibilidad y una reflexión sobre la naturaleza humana, vista a través de la lente de un protagonista inusual.

La dirección de Norman Jewison es precisa y elegante. Jewison, conocido por su habilidad para tejer atmósferas cálidas y emotivas, crea un ambiente rural palpable, impregnado de la melancolía de la época, los años 50. No se anda con rodeos en la presentación de los personajes, mostrando con sutileza el aislamiento social de Jack Cooper, interpretado magistralmente por Robert Redford. Redford, en una actuación serena y contenida, logra comunicar la timidez y el anhelo de aceptación de su personaje, transmitiendo una vulnerabilidad conmovedora. La relación entre Jack y Ed es el corazón de la película, y Jewison la construye con una delicadeza y naturalidad que son claves para su impacto emocional. No hay sentimentalismo barato ni artificios grandilocuentes; la conexión entre los dos personajes se gana a través de la observación, la paciencia y la aceptación mutua. La película no busca convertir a Ed en un héroe, sino en un compañero, un espejo que refleja las dudas y las esperanzas de Jack.

El guion, adaptado de Vonnegut, es notablemente inteligente. La historia, aparentemente sencilla, está llena de pequeños detalles que sugieren una crítica social implícita. La película aborda temas como la exclusión, el prejuicio y la búsqueda de la felicidad, pero lo hace de una manera poco convencional. La escritura evita clichés y ofrece una visión matizada de la sociedad de la época, mostrando tanto los aspectos positivos como los negativos. La inclusión de la narrativa en primera persona, leída por Redford, le da una dimensión adicional, permitiendo al espectador sumergirse en la mente de Jack y comprender sus pensamientos y sentimientos. La historia de Ed, como animal de circo, es un pretexto para la reflexión sobre la explotación animal, un tema que, aunque no es el foco central, se plantea con sensibilidad.

Las actuaciones secundarias son sólidas, especialmente la de Paul Newman como el entrenador del equipo, un hombre sabio y comprensivo que ve en Ed un potencial inexplorado. El personaje de Ed, interpretado por Matt Davies, es sorprendentemente complejo. Si bien es un chimpancé, se le otorga una profundidad emocional que le permite conectar con el público. La película no se limita a mostrar la relación entre Jack y Ed; también explora la vida de los otros personajes del equipo, ofreciendo una visión más amplia del contexto social. En definitiva, "Ed, el chimpancé" es una película que invita a la reflexión y que, a pesar de su ritmo pausado, es gratificante y memorable. Es una obra que, incluso después de varias visionadas, sigue generando sentimientos y preguntas.

Nota: 7.5/10