“Eden: Lost in Music” es un viaje nostálgico y, en cierta medida, melancólico a través de la París de finales de los 90, un periodo de efervescencia musical y una búsqueda de identidad que resuena especialmente con aquellos que vivieron esa época. La película, dirigida con una sensibilidad visual que recuerda a los directores franceses clásicos, no intenta reinventar la rueda, sino más bien, capturar la atmósfera y el espíritu de un momento en la historia de la música electrónica. No es una obra maestra, ni pretende serlo, pero sí un retrato honesto y evocador de una generación en búsqueda de su voz.
La dirección de David Elter es elegante y discreta, favoreciendo la inmersión en el ambiente más que los grandes gestos visuales. El uso de la cámara a menudo se limita a seguir al protagonista, Paul, permitiendo al espectador sentir el ritmo frenético y la intensidad de la vida nocturna parisina. La banda sonora, obviamente, es el corazón de la película y se integra de forma orgánica en la narrativa, siendo un personaje más que un mero acompañamiento. Es una cuidada selección de house, techno y trance de la época, autenticamente recreada y que transporta inmediatamente al espectador a las pistas de baile más underground de París. Sin embargo, la película no se queda solo en la música; se esfuerza por explorar las relaciones interpersonales, la soledad y la búsqueda de conexión que acarrean las aventuras nocturnas.
La actuación de Antoine Grimaldi como Paul es convincente. Grimaldi transmite la vulnerabilidad y la incertidumbre de un joven que intenta encontrar su lugar en el mundo a través de la música. La relación de Paul con Caroline, interpretada con sutileza por Lada Konstantakopoulou, añade una capa emocional a la historia. Sus interacciones son palpables, cargadas de una atracción cruda y un deseo de conexión que, a pesar de las circunstancias, nunca llega a ser plenamente consumada. Los personajes secundarios, aunque no tan desarrollados, sirven para enriquecer el contexto social y cultural de la película.
El guion, escrito por Elter y Matthieu Bessière, es generalmente sólido, aunque a veces puede resultar un tanto predecible. La trama principal, que gira en torno a la ambición de Paul de convertirse en DJ de renombre, sigue una estructura clásica de “ascenso y caída”, pero lo hace con una honestidad y una falta de artificios que resultan atractivas. Se toman algunos riesgos narrativos, como la inclusión de flashbacks que revelan la vida pasada de Paul, pero estos elementos se integran de forma orgánica en la historia sin interrumpir el flujo de la narrativa. La película no busca explorar complejos temas filosóficos ni sociales, se centra en la experiencia humana, en la búsqueda de la identidad y en la fragilidad de las relaciones, todos temas universalmente reconocibles. En definitiva, “Eden: Lost in Music” es una película agradable, evocadora y, sobre todo, un recordatorio de una época en la que la música electrónica era sinónimo de libertad y de posibilidades.
Nota: 7/10