Eileen (2023)

“Eileen” es una película que se instala en la piel, no en la mente. Dirigida por William Oldroyd, esta producción se sumerge en la atmósfera densa y opresiva de Boston en los años 60, aprovechando al máximo el formato cinematográfico analógico para generar una sensación de incomodidad constante. La película no intenta ser un thriller convencional; en cambio, se centra en la gradual desintegración psicológica de Eileen Walsh, interpretada magistralmente por Saoirse Ronan. Ronan ofrece una actuación absolutamente cautivadora, transmitiendo con una sutileza asombrosa la mezcla de vulnerabilidad, desesperación y una chispa de rebeldía que reside en la protagonista.

La película se centra en la lenta y tortuosa relación que se desarrolla entre Eileen y la atractiva y enigmática Shannon O’Malley (Catherine Keener). Keener, como siempre, aporta una profundidad y un aire de misterio al personaje, pero es la actuación de Ronan la que realmente eleva la película. Vemos a Eileen transformarse gradualmente, impulsada por la ambición de escapar de su vida miserable y de encontrar un refugio en la conexión con Shannon. Sin embargo, esta búsqueda de consuelo se convierte en un camino lleno de sombras y secretos. El guion, adaptado de la novela de Ottessa M. Klein, es notablemente sobrio, evitando explicaciones simplistas y permitiendo que la tensión crezca de manera orgánica. El director no rehúye de la ambigüedad moral, mostrando tanto la belleza que Shannon inspira en Eileen como la posibilidad de que su amistad sea un terreno fértil para la manipulación y la violencia.

La fotografía en blanco y negro, con su énfasis en los contrastes y los sombríos rincones, contribuye significativamente a la sensación de claustrofobia y desasosiego. La película utiliza deliberadamente el movimiento de cámara y la iluminación para enfatizar la mente fragmentada de Eileen, reflejando su estado emocional volátil. La banda sonora, casi inaudible, se integra de manera sutil pero efectiva, reforzando la atmósfera melancólica y ominosa. Es un filme que te sigue pensando mucho después de que termina, recordándote el poder destructivo de los secretos y la fragilidad de la identidad.

“Eileen” no es una película fácil de ver. Es una experiencia perturbadora, que nos obliga a confrontar la oscuridad que puede acechar incluso en los lugares más inesperados. No es un espectáculo grandilocuente, sino una meditación silenciosa sobre la soledad, la desesperación y el precio de la esperanza. Es un triunfo del minimalismo narrativo y un recordatorio del talento innegable de Saoirse Ronan.

Nota: 8.5/10