El accidente (2010)

“El accidente” es una película que se atreve a abrazar la ambigüedad y el horror visceral, no ofreciendo respuestas fáciles ni consuelo en un viaje profundamente perturbador. La película, dirigida con una precisión casi quirúrgica por Robert Eggers, nos sumerge en la mente fragmentada de un hombre que emerge de las cenizas de un brutal accidente, sin memoria de su pasado ni, aparentemente, de su nombre. Esta premisa, que inicialmente podría parecer un reinicio de la clásica “Memento”, pronto evoluciona hacia algo mucho más complejo y claustrofóbico.

La dirección de Eggers es notable en su minuciosidad. La película se siente como un estudio de la naturaleza salvaje y, a su vez, de la fragilidad de la mente humana. Cada toma, cada detalle, contribuye a crear una atmósfera opresiva y desorientadora. La fotografía, en tonos sepia y ocres, evoca una sensación de arcaísmo y de decadencia, como si el personaje hubiera estado atrapado en un bucle temporal de dolor y confusión. El uso del sonido es especialmente efectivo, empleando el silencio y la banda sonora minimalista para intensificar la sensación de soledad y vulnerabilidad. Este tipo de dirección, que prioriza la atmósfera y la inmersión, no es para todos los públicos, pero aquellos que aprecien el cine experimental y el horror psicológico, lo encontrarán una experiencia estimulante.

La actuación de Joaquin Phoenix es, sin duda, el corazón de la película. Phoenix se entrega por completo al papel, transmitiendo con maestría la confusión, el dolor y la desesperación de su personaje. Su interpretación no se basa en la exageración, sino en una sutil y poderosa sutileza, en una observación implacable de la condición humana. La gradual recuperación de fragmentos de memoria, a través de las estáticas conversaciones con la emisora de radio, son coreografiadas con una delicadeza que permite al espectador seguir el camino del protagonista sin sentir que se le está enseñando una historia. La ambigüedad de la figura de este hombre, producto de la actuación, genera una simpatía inquietante.

El guion, aunque lento en su desarrollo, logra mantener la tensión y el misterio a lo largo de toda la película. La historia no progresa linealmente, sino que se presenta en fragmentos, como recuerdos difusos, obligando al espectador a reconstruir la narrativa junto con el protagonista. La película no se limita a ofrecer explicaciones; en cambio, se concentra en explorar las consecuencias de los actos pasados y en la lucha por la supervivencia. El uso de la radio no solo sirve como hilo conductor, sino que también ofrece un reflejo inquietante de la fragilidad de la comunicación y la naturaleza efímera de la información.

En definitiva, “El accidente” es una película desafiante y perturbadora, que exige al espectador una gran dosis de paciencia y una mente abierta. No es un thriller convencional, ni un terror fácil. Es una reflexión sobre la identidad, el recuerdo, la violencia y la condición humana, llevada a cabo con una maestría técnica y una fuerza emocional innegable. Es una obra que permanece en la mente mucho después de que los créditos finales se hayan deslizado.

Nota: 8/10