El amante doble (2017)

“El amante doble” es una propuesta cinematográfica que, a pesar de su premisa atractiva y el inquietante camino que toma, deja una sensación de incompletud, como una melodía hermosa pero con algunas notas desafinadas. Dirigida por Yorgos Lanthimos, conocido por su estilo visualmente frío y sus narrativas perturbadoras, la película explora la fragilidad emocional y la obsesión a través de la historia de Chloé, interpretada con una contundente vulnerabilidad por Emma Stone. La premisa inicial, la conexión entre una paciente y su terapeuta, ya es inherentemente problemática, un terreno fértil para explorar la manipulación, la dependencia y la construcción de la identidad. Lanthimos la aborda con su sello característico: una estética deliberadamente deshumanizante, una paleta de colores desaturados, una fotografía que enfatiza las geometrías y los espacios impersonales, casi como si el entorno mismo conspirase contra la intimidad de los personajes.

La dirección de Lanthimos se centra en la creación de atmósferas oníricas, casi surrealistas, que dificultan la conexión emocional con los personajes. La película no busca ofrecer explicaciones fáciles o soluciones claras. En cambio, se adentra en la subjetividad de Chloé, permitiendo que el espectador participe en su proceso de desorientación. Sin embargo, esta ambigüedad, que suele ser una fortaleza en el cine de Lanthimos, aquí a veces se siente como una falta de concreción. La película juega con la percepción de la realidad, borrando los límites entre la terapia y la fantasía, entre la verdad y la ilusión. Es una película que requiere atención plena, pero también puede resultar frustrante para aquellos que buscan respuestas definitivas.

El desempeño de Emma Stone es, sin duda, el punto fuerte de la película. Su interpretación de Chloé es magistral, mostrando una evolución de la fragilidad a la obsesión con una naturalidad asombrosa. Stone logra transmitir la vulnerabilidad y la confusión de la protagonista de manera convincente, explorando con sutileza las contradicciones y las contradicciones internas de Chloé. Robert Pattinson, por otro lado, ofrece una interpretación contenida y matizada como Paul, el terapeuta. Su presencia es sutil, casi etérea, y su relación con Chloé se construye con una tensión palpable pero no necesariamente romántica. Es un papel que desafía la imagen pública del actor, revelando su capacidad para interpretar personajes complejos y enigmáticos.

El guion, coescrito por Lanthimos y Jesse Thompson, es una de las áreas más discutibles de la película. Si bien la premisa es intrigante y las ideas son provocadoras, la ejecución a veces resulta torpe y carente de profundidad. Algunos diálogos se sienten forzados, y la trama, aunque mantenía la tensión durante el desarrollo, termina desvaneciéndose en un final ambiguo y poco satisfactorio. La película plantea preguntas interesantes sobre la identidad, la dependencia emocional y la naturaleza de la realidad, pero no ofrece respuestas convincentes. El final, que pretende ser impactante, se siente más como una declaración de intenciones que como un cierre orgánico de la historia.

En definitiva, “El amante doble” es una película que vale la pena ver por su atmósfera única, el estilo visual de Lanthimos y la actuación de Emma Stone. Sin embargo, es una obra que no sin duda para todos los gustos. Su ambigüedad y su final no concluyente pueden resultar frustrantes, y su guion a veces se siente incompleto. No obstante, su capacidad para generar inquietud y provocar reflexiones sobre la naturaleza humana la convierten en una propuesta cinematográfica memorable.

Nota: 7/10