“El amor apesta” es, en esencia, un estudio de personaje, un retrato desesperado de la incapacidad para comunicarse y de las consecuencias catastróficas de la frustración acumulada. Seth Winnick, interpretado magistralmente por Adam Goldberg, no es un villano en el sentido clásico. Es un hombre atrapado en una rutina, un comediante que ha encontrado la felicidad superficial en la compañía de Chelsea (Leslie Mann), y cuando esa fachada se desmorona, la explosión es tanto dolorosa como innegablemente cómica. Goldberg entrega una actuación cautivadora, logrando transmitir la vulnerabilidad y la desesperación de Seth con una sutileza que va más allá de las situaciones absurdas en las que se ve envuelto. Su interpretación es la columna vertebral de la película, dando peso emocional a una premisa que podría haberse reducido a pura comedia slapstick.
Leslie Mann, por su parte, ofrece una interpretación que desafía las expectativas. Chelsea no es simplemente la mujer ambiciosa y manipuladora de los clichés. Es una mujer profundamente insegura, que busca desesperadamente validación y amor. Mann explora la fragilidad de Chelsea, mostrando su necesidad de ser amada y su miedo a la soledad, lo que la hace a la vez exasperante y simpática. La química entre Goldberg y Mann es excelente, creando un diálogo chispeante y lleno de tensión. Sus interacciones, a menudo llenas de sarcasmo y resentimiento, son a la vez hilarantes y profundamente conmovedoras.
La dirección de Seth Rogen es sólida, aunque no particularmente original. Rogen sabe cómo sacar el máximo partido a la dinámica entre los personajes, utilizando el humor negro y la exageración para crear situaciones cómicas que funcionan. Sin embargo, la película no se atreve a profundizar demasiado en las motivaciones de los personajes, centrándose en la comedia y el conflicto. El guion, escrito principalmente por Rogen, es un puntito por encima de la media, con diálogos ingeniosos y momentos de genuino humor. La trama, aunque predecible, está bien construida y mantiene al espectador enganchado hasta el final. La película se beneficia de un ritmo ágil y de una estética visual que oscila con éxito entre lo kitsch y lo moderno, reflejando el mundo aparentemente superficial de los personajes.
En definitiva, “El amor apesta” no es una obra maestra, pero sí una comedia inteligente y entretenida que ofrece un retrato honesto de las complejidades de las relaciones románticas y de la dificultad de expresar lo que realmente sentimos. La película explora temas universales con un tono irreverente, ofreciendo una reflexión sobre la importancia de la comunicación y la aceptación. Es una comedia que, a pesar de sus defectos, deja una impresión duradera.
Nota: 7/10