El amor es éxtasis (1997)

“El amor es éxtasis” de Nadine Shihin es una película que, a primera vista, podría parecer una simple comedia romántica. Sin embargo, tras un primer impacto ligero, revela ser una exploración inquietante y sorprendentemente profunda de las complejidades del deseo, la infelicidad marital y la búsqueda de satisfacción personal. Shihin no se limita a presentar un triángulo amoroso; construye un microcosmos de frustraciones latentes y de una profunda necesidad de conexión que, tras años, se manifiesta de una manera inesperada.

La dirección de Shihin es deliberadamente sutil. Evita los grandilocuorismos y se centra en la observación del comportamiento, la mirada y el lenguaje corporal de sus personajes. El ritmo es pausado, lo que permite al espectador absorber la atmósfera de tensión contenida que se avecina. La cinematografía, a menudo enfocada en los rostros y las miradas de los protagonistas, juega un papel crucial en la transmisión de sus emociones. El uso de la luz, por ejemplo, oscurece las habitaciones, reflejando la oscuridad interior de los personajes y la falta de brillo en su matrimonio.

Las interpretaciones son, sin duda, uno de los puntos fuertes de la película. Victoria Cruz, en el papel de María, ofrece una actuación magistral. Su evolución a lo largo de la trama es palpable, desde la resignación y la decepción hasta la búsqueda desesperada de una respuesta al vacío que siente. Miguel Ángel Silvestre, como Joseph, también está especialmente bien, retratando la frustración y la impotencia de un hombre atrapado en una rutina que le ha dejado desorientado. Sin embargo, es el papel de Baltasar (interpretado por Ernesto Reyes) el que realmente destaca, aportando un aire de misterio y carisma que complica aún más la dinámica del triángulo amoroso. Reyes no se limita a un papel secundario; ofrece una interpretación matizada que redefine la idea del deseo y la atracción.

El guion, aunque a veces se adentra en un terreno un tanto inverosímil, es lo que verdaderamente impulsa la película. La premisa de la terapia sexual, aunque utilizada en el cine con frecuencia, aquí se convierte en una excusa para explorar la raíz del conflicto en el matrimonio de María y Joseph. El guion se atreve a cuestionar las expectativas sociales sobre el amor y el matrimonio, dejando claro que la felicidad no siempre reside en el cumplimiento de las normas. La película no ofrece soluciones fáciles; más bien, presenta una situación compleja donde los personajes se ven obligados a enfrentarse a sus propias debilidades y a la necesidad de redefinir sus prioridades. Es una película que invita a la reflexión y que, en última instancia, nos recuerda que el amor, en su forma más pura, es un proceso continuo de descubrimiento y redefinición.

Si bien la película podría beneficiarse de una mayor sutileza en algunos de sus momentos más inverosímiles, “El amor es éxtasis” es una obra cinematográfica valiosa que explora temas universales con honestidad y sensibilidad. Es una comedia romántica con un trasfondo oscuro, que desafía las convenciones y nos obliga a confrontar la verdad sobre el deseo y la búsqueda de la felicidad.

Nota: 7.5/10