El amor está en el aire (1992)

“El amor está en el aire” (Shall We Dance?) no es una película que revolucione el género de las comedias románticas, pero sí logra ofrecer un entretenimiento ligero y, a su manera, un comentario sobre la rigidez de las reglas y la importancia de la espontaneidad. La película, dirigida por Jerry Zucker, se basa en una premisa sencilla: un bailarín venido a menos busca una segunda oportunidad al ayudar a su ex-pareja a presentarse a un concurso de baile. La trama, en principio, parece predecible, pero la película se sostiene gracias a la química entre Richard Gere y Jami Gertz, y a una dirección que sabe aprovechar el ritmo y la energía del baile.

Richard Gere ofrece una interpretación convincente como Scott Hastings, un bailarín clásico que ha perdido su brillo, atrapado en una rutina impersonal. Su personaje, aunque inicialmente gruñón y desmotivado, tiene un gran corazón y una necesidad imperiosa de redescubrir la pasión por el baile. Gere consigue transmitir tanto la frustración de un artista en declive como la esperanza de recuperar la alegría perdida. Jami Gertz, por su parte, evoluciona de una bailarina prometedora pero insegura a una mujer segura de sí misma que aprende a abrazar su talento. La relación entre Scott y Liz es el núcleo emocional de la película, y sus interacciones, llenas de momentos de complicidad y frustración, son el motor principal de la historia.

La película se distingue por su cuidada coreografía y sus secuencias de baile, que son visualmente impactantes y llenas de energía. Se nota que se ha invertido un esfuerzo considerable en la ejecución de cada paso, y las coreografías, que abarcan diferentes estilos de baile, son una joya para los amantes del mundo del baile. Sin embargo, la película no se queda en la mera exhibición de talento; la danza se utiliza para expresar las emociones de los personajes, para contar la historia y para mostrar la belleza y la pasión del baile. La banda sonora, aunque no sobresaliente, complementa la acción y contribuye a crear la atmósfera adecuada.

El guion, escrito por Richard Wenk y Walter Newman, no es particularmente innovador, pero cumple su función de conectar los diferentes elementos de la historia. Se centra en el tema de la libertad individual frente a las restricciones impuestas por la autoridad, un cliché que se explora a través de la Federación de Baile, presentada como una organización burocrática y opresiva. El conflicto entre Scott y la Federación se convierte en un reflejo de la lucha por la autenticidad en un mundo donde las reglas y las convenciones a menudo limitan la creatividad y la expresión personal. La película, aunque no particularmente profunda, ofrece un mensaje sutil sobre la importancia de seguir los propios instintos y de defender la libertad de expresión.

En definitiva, “El amor está en el aire” es una comedia romántica agradable y entretenida que destaca por su ritmo dinámico, sus secuencias de baile y la química entre sus protagonistas. No es una obra maestra, pero sí un entretenimiento ligero que se disfruta fácilmente. La película consigue transmitir un mensaje positivo sobre la importancia de la pasión, la libertad y el amor. Nota: 7/10