El amor no cuesta nada (2003)

“El amor no cuesta nada” (What’s Up, Wanda) es un retorno a un territorio familiar, un reinicio con la promesa de replicar el éxito de la original de 1987, “Can’t Buy Me Love”. Dirigida por Frank Coraci, la película, protagonizada por Cole Sprouse y Lupita Nyong’o, no logra alcanzar la magia de su predecesora, pero ofrece un entretenimiento ligero y, en algunos momentos, sorprendentemente conmovedor. La película se sitúa en el contexto del instituto de Atlanta, donde la vida social de Junior (Sprouse) se ve sacudida por la llegada de Wanda (Nyong’o), una estudiante popular y carismática que se convierte en el centro de atención. La premisa –un chico poco popular que paga a una cheerleader para que simule ser su novia – es un tropo recurrente en la comedia adolescente, y la película lo explora con una cierta naturalidad, aunque sin aportar grandes novedades a la fórmula.

La dirección de Coraci es competente, logrando crear una atmósfera visualmente agradable y llena de detalles urbanos que reflejan la vida adolescente. El ritmo es dinámico, con momentos divertidos, especialmente en la segunda mitad, donde las situaciones se vuelven más extravagantes y los diálogos más ingeniosos. Sin embargo, la película a veces cae en clichés y en un exceso de situaciones exageradas que diluyen el impacto cómico. La banda sonora, con canciones modernas, es efectiva, pero en ocasiones resalta más que la narrativa.

La actuación de Cole Sprouse como Junior es correcta, aunque le falta algo de chispa y carisma para realmente encender la pantalla. Logra transmitir la torpeza y la inseguridad del personaje, pero le falta un toque de rebeldía o de humor que lo haga más interesante. Lupita Nyong’o, por otro lado, brilla como Wanda. Su interpretación es la joya de la película, aportando una mezcla perfecta de ingenio, vulnerabilidad y autenticidad. Su personaje no es simplemente la ‘chica popular’ que sirve de consorte a Junior, sino una joven con sus propios sueños, aspiraciones y conflictos internos. El desarrollo de su personaje es uno de los puntos fuertes de la película y le da profundidad a la historia.

El guion, adaptado de la novela “The Sure Thing” de Richard Thompson, muestra algunos momentos de brillantez, pero también experimenta con un ritmo irregular. Los diálogos son afilados y divertidos, pero a veces se apelan demasiado a la comedia física y a las situaciones absurdas. El conflicto principal, la relación entre Junior y Wanda, se desarrolla de manera natural y convincente, gracias en gran parte a la química entre Sprouse y Nyong’o. La película también aborda temas relevantes como la presión social, la autoaceptación y la importancia de la autenticidad, aunque de forma superficial y sin profundizar demasiado en ellos. El elemento racial, al ser una versión afroamericana de la original, está presente pero no es el foco central, lo que puede resultar un punto débil para algunos espectadores.

En definitiva, “El amor no cuesta nada” es una comedia adolescente entretenida que ofrece un escape agradable y fácil de consumir. No es una obra maestra, pero su ritmo dinámico, la química entre sus protagonistas y su mensaje positivo la convierten en una opción recomendable para una noche de cine familiar. Es una película que, aunque no redefine el género, consigue divertir y quizás, a veces, incluso conmover.

Nota: 6.5/10