El amor y otras cosas imposibles (2010)

“El amor y otras cosas imposibles” es una película que se abre con una elegancia glacial y se instala, deliberadamente, en un territorio emocionalmente complejo y, a menudo, desconcertante. Dirigida por Ira Sachs, la cinta nos presenta a Emilia (Natalie Portman) y Jack (Scott Cohen), un matrimonio improbable que se desmorona tras la pérdida de su bebé. La película no se limita a narrar su ruptura; se sumerge en la exploración de las motivaciones, los deseos y las fallas que conducen a un encuentro que, inicialmente, parece pactado por el deseo y la incomprensión. La dirección de Sachs es precisa, observadora y se centra en los pequeños detalles, en las miradas robadas, en las conversaciones fugaces que revelan la verdadera naturaleza de las relaciones humanas.

Natalie Portman ofrece una actuación magistral, calibrada con una sutileza que es a la vez devastadora y fascinante. Su Emilia es una mujer inteligente, frustrada y con una necesidad imperiosa de conexión, pero también vulnerable y terriblemente incapaz de articular sus verdaderos sentimientos. Scott Cohen, como Jack, no se reduce a un villano unidimensional; en cambio, presenta un personaje profundamente imperfecto, consumido por sus propios deseos y, quizá, por la culpa. Existe una tensión palpable en su relación, una atracción magnética que parece desafiar las convenciones sociales y morales. La química entre Portman y Cohen es innegable y contribuye significativamente a la intensidad emocional de la película.

El guion, adaptado de un monólogo de teatro de Iván Krill, es, sin duda, el punto fuerte de la película. No ofrece respuestas fáciles ni juicios morales simplificados. En cambio, explora la moralidad ambigua del deseo y la dificultad de tomar decisiones cuando la pasión y la decepción se entrelazan. El guion es deliberadamente ambiguo, permitiendo al espectador formar sus propias conclusiones sobre las acciones de los personajes y sus motivaciones. La película no rehúye de temas controvertidos como la infidelidad, el abuso de poder y el impacto emocional de la pérdida. Sin embargo, lo hace con una honestidad brutal, sin caer en sentimentalismos baratos ni en melodramas. La escritura es ágil, con diálogos naturales y conversaciones que revelan una profundidad de carácter que va más allá de la superficie. La construcción de las secuencias sexuales, crucial para el desarrollo de la trama, no se presenta como meros actos de deseo, sino como una manifestación de la incomunicación y la búsqueda de conexión de los personajes.

“El amor y otras cosas imposibles” no es una película fácil de ver, ni pretende serlo. Es, en cambio, una reflexión dolorosa sobre la complejidad del amor, la pérdida y las decisiones que tomamos en busca de significado. La película es un testimonio del poder del deseo y la fragilidad de las relaciones humanas, y de la dificultad de encontrar la verdadera felicidad en un mundo lleno de imperfecciones. Es una obra que permanece en la mente mucho después de que los créditos finales han terminado de rodar.

Nota: 8.5/10