El aprendiz de brujo (2010)

“El aprendiz de brujo” (The Sorcerer’s Apprentice) es, en esencia, un reboot ingenioso y visualmente deslumbrante, pero que no logra consolidarse como un clásico instantáneo. Si bien se inspira profundamente en el cortometraje homónimo de Disney, y la intención de crear algo fresco y moderno es palpable, la película se siente, a veces, como una curiosidad más que como una obra maestra. La dirección de Brad Silberling es competente, logrando mantener el ritmo y crear momentos de tensión y humor, pero carece de la magia y la innovación que podrían haber elevado la experiencia cinematográfica.

La película se centra en Balthazar (Nicolas Cage), un brujo excéntrico y desquiciado, consumido por la nostalgia por una época dorada de la magia. Su obsesión lo lleva a reclutar a Dave Stutler (Jay Baruchel), un chico ordinario con un talento oculto para la magia. Baruchel ofrece una actuación sólida y entrañable, llevando al espectador a conectar con la frustración y la vulnerabilidad de Dave. Sin embargo, la película a menudo se queda en la superficie, evitando explorar a fondo la complejidad emocional del personaje. La química entre Cage y Baruchel es divertida, pero se ve limitada por el guion, que no profundiza en la dinámica maestro-aprendiz.

El guion, escrito por Jon M. Chu y Christopher Yost, se beneficia enormemente de los efectos visuales. Las secuencias de magia son absolutamente espectaculares. La película despliega un despliegue de trucos y efectos especiales que recuerdan a un circo mágico, con escobas voladoras, relojes que se descontrolan, y una serie de explosiones visuales que desafían la lógica. La ejecución técnica es impecable y el uso de la animación por computadora es innovador. No obstante, el guion a veces se pierde en un exceso de acción, dejando de lado el desarrollo de la trama y la construcción de personajes secundarios.

Uno de los aspectos más notables de la película es su reinterpretación de la premisa original de Disney. Se le da a la magia un tono más oscuro y, a veces, paranoico, creando un ambiente de peligro constante. La película juega con la idea de la responsabilidad y las consecuencias de abusar del poder, aunque de manera superficial. La crítica a la desidia y la falta de esfuerzo se presenta de forma evidente, pero sin aportar una reflexión profunda sobre la ética y la moral en el contexto de la magia. La banda sonora, compuesta por Michael Giacchino, es enérgica y efectiva, contribuyendo al ambiente frenético de la película.

En definitiva, "El aprendiz de brujo" es un espectáculo visualmente atractivo y con momentos de gran diversión, pero que carece de la profundidad y el impacto emocional que se esperaría de un reboot de esta magnitud. Es un buen entretenimiento, pero no una obra maestra que se quede en la memoria como el original. La película se beneficia de los efectos especiales y de las actuaciones de sus protagonistas, pero no logra trascender su inspiración y su naturaleza de “reboot”.

Nota: 6/10