El asesinato de Mike (1984)

“El Asesinato de Mike” (1991), dirigida por Joel Schumacher, es una película que se mantiene en la memoria por su atmósfera perturbadora y su inesperada deriva hacia el thriller de drogas. Inicialmente, la película se presenta como un relato de deseo juvenil y la búsqueda de la intimidad, centrado en la apasionada y obsesiva atracción de Betty Parrish (Debra Winger) por su profesor de tenis, Mike (Sam Neill). Winger, en una actuación que resalta su capacidad para transmitir vulnerabilidad y determinación, encarna a la perfección a una mujer que se encuentra a la deriva tras la inesperada noticia de la muerte de su objeto de deseo. La película logra crear una sensación de inquietud palpable desde el principio, aprovechando la mirada directa de Betty y su creciente obsesión, elementos que se ven reforzados por la banda sonora evocadora de Portishead, que contribuye a la atmósfera opresiva.

Schumacher, conocido por su habilidad para manejar géneros diversos, demuestra una cierta maestría al construir la narrativa en dos planos distintos: el primer plano, la investigación personal de Betty y su obsesión, y el segundo plano, la intrincada red de drogas y corrupción que acaba descubriendo. La transición entre ambos no es precisamente fluida, y es aquí donde la película se revela como algo más complejo y menos pulido que su premisa inicial. Si bien la dirección de Schumacher es competente y el uso de la cámara crea momentos visualmente impactantes, especialmente en las escenas nocturnas y en la investigación en las calles de Nueva York, la película se pierde a menudo en la complejidad de su trama. El ritmo, por lo tanto, se siente irregular, con momentos de gran tensión y otros de letargo.

Las actuaciones son sólidas en general, aunque la interpretación de Neill, si bien efectiva, podría haber sido más desarrollada. La verdadera fuerza de la película reside en la interpretación de Winger, quien aporta una intensidad emocional que justifica la obsesión de Betty y la profundidad de su dolor. Su evolución a lo largo de la película es convincente, mostrando tanto la fragilidad de su personaje como su creciente tenacidad para descubrir la verdad. Sin embargo, el guion, escrito por Nicholas Kazan y David Carnan, se complica excesivamente, introduciendo demasiados personajes secundarios y subtramas que diluyen el foco principal y dificultan la conexión emocional del espectador. La exposición, en ocasiones, resulta torpe y la justificación de algunas decisiones de los personajes es poco convincente.

A pesar de sus fallas, “El Asesinato de Mike” es una película memorable por su atmósfera inquietante y su exploración de temas como la obsesión, la pérdida y la corrupción. Es una historia que se queda con el espectador mucho después de que los créditos finales hayan pasado, obligándote a cuestionar la naturaleza de la verdad y las consecuencias de la búsqueda de la intimidad. No es una obra maestra, pero sí una película con un cierto magnetismo, que invita a la reflexión y a la discusión. Es un ejemplo de cómo Schumacher, a pesar de ser conocido por otros géneros, puede abordar temas oscuros y complejos con un estilo particular.

Nota: 6.5/10