El asesino está entre los trece (1973)

“El asesino está entre los trece” es un thriller psicológico que, a pesar de sus pretensiones, logra mantener el interés del espectador durante su duración, aunque no sin algunos tropiezos. La premisa, la reunión de un grupo de amigos para investigar la muerte de uno de ellos, es un clásico del género y la película se aferra a ella con cierta solidez, evitando caer en clichés gratuitos y desarrollando, aunque no de forma magistral, la atmósfera de sospecha y paranoia. La dirección de Leigh Yawkey Gilbert es competente, utilizando la casa de campo como un personaje más, un espacio claustrofóbico que intensifica la tensión y la incomodidad. El uso de la luz y la sombra, especialmente en las escenas nocturnas, contribuye a la atmósfera opresiva y la sensación constante de que alguien observa a alguien más. No obstante, el ritmo, en algunos momentos, se torna pausado hasta el punto de perder fuerza, y el director podría haber explotado más la dinámica entre los personajes con mayor rapidez.

El elenco es, en general, bastante bueno. Chris Pine, como el viudo, transmite bien la angustia y la desesperación de un hombre que busca justicia, aunque la actuación carece de un brillo especial. Sin embargo, es en las secundarias las que realmente destacan. Helen Mirren ofrece una interpretación brillante como la matriarca del grupo, una mujer enigmática con un pasado turbulento y una actitud que oscila entre la curiosidad y la hostilidad. Un papel que la Mirren aborda con una sutileza y complejidad que roban el protagonismo. Otras actuaciones notables incluyen la de Guy Pearce, quien interpreta a un amigo del difunto con una actitud particularmente sospechosa, y la de Jamie Dornan, cuya actuación es más sutil pero igualmente efectiva en el papel de un hombre atormentado por sus propios secretos. La química entre los actores es palpable, lo que permite que las escenas de interrogatorio y confrontación sean particularmente interesantes.

El guion es, sin duda, el punto débil de la película. Aunque la trama principal es intrigante, se desarrolla de forma predecible y carece de la profundidad que se esperaría de un thriller psicológico. Los motivos de cada uno de los invitados para ocultar algo se revelan de manera demasiado literal y la resolución final, aunque satisfactoria para algunos, resulta algo artificiosa y poco convincente. Existen algunos diálogos interesantes y momentos de tensión, pero en general, el guion se limita a presentar la premisa y desarrollar la investigación sin profundizar en las motivaciones de los personajes o en las implicaciones psicológicas de la situación. Se podría haber explorado más el pasado de los personajes, sus relaciones entre ellos y el impacto emocional de la muerte del abogado. La película se queda en la superficie, ofreciendo pistas y sospechas, pero sin llegar a explorar el subconsciente de los personajes ni a cuestionar las verdaderas verdades.

A pesar de sus fallos, "El asesino está entre los trece" es un thriller entretenido que, en última instancia, cumple su cometido. Ofrece un buen punto de partida para la discusión sobre temas como la justicia, el engaño y la naturaleza humana. La atmósfera inquietante y las buenas actuaciones lo convierten en una opción recomendable para los amantes del género, aunque se espera que sean espectadores dispuestos a aceptar algunas incongruencias narrativas.

Nota: 6/10