El asunto del día (1942)

“El Asunto del Día” (The Thing) no es simplemente una película de terror, sino un estudio psicológico inquietante y claustrofóbico que, a pesar de las décadas transcurridas desde su estreno, sigue siendo relevante por su exploración de la paranoia, la desconfianza y la fragilidad de la condición humana. La película, dirigida con maestría por John Carpenter, logra generar una atmósfera opresiva y de constante tensión que se adhiere al espectador como una fina capa de hielo.

La dirección de Carpenter es, como siempre, impecable. Utiliza el espacio cerrado del centro de investigación antártico como un personaje más, intensificando la sensación de encierro y vulnerabilidad. El uso de la iluminación, especialmente el juego de sombras y los efectos de luz azulada, contribuye enormemente a crear esa sensación de amenaza latente. Carpenter no se centra en sustos baratos, sino en la gradual erosión de la cordura de los personajes, lo que resulta mucho más perturbador y duradero. La película es un ejemplo perfecto de cómo la atmósfera puede ser tan eficaz como la acción o los efectos especiales.

El guion, adaptado de la novela de John W. Campbell Jr., es notablemente inteligente. La trama, aparentemente sencilla sobre un misterioso organismo extraterrestre que imita a sus víctimas, se complica gradualmente a medida que la paranoia se instala entre los personajes. Carpenter no se apresura a revelar la naturaleza del “cosa”, lo que permite que la tensión se acumule de forma natural y convincente. El desarrollo de los personajes es otro punto fuerte. Cada uno, atrapado en el aislamiento y la incertidumbre, reacciona de manera diferente, exponiendo sus miedos y debilidades. La idea de que nadie es realmente seguro, y que incluso la persona más cercana puede ser una amenaza, es un tema recurrente en la película y se explora con gran sutileza.

Las actuaciones son sobresalientes. Donald Sutherland y Richard Chamberlain aportan una inmensa credibilidad a sus personajes, transmitiendo la creciente desconfianza y el miedo a medida que el horror se revela. La química entre Sutherland y Chamberlain, especialmente en las escenas de debate y confrontación, es palpable y contribuye a la credibilidad de la historia. La ambigüedad en cuanto a la identidad y las motivaciones de cada personaje añade otra capa de complejidad a la narrativa, obligando al espectador a cuestionar todo lo que ve y a interpretar sus propias conclusiones.

Más allá del terror físico, “El Asunto del Día” plantea preguntas metafísicas sobre la naturaleza de la realidad, la identidad y la confianza. Es una película que invita a la reflexión y que, incluso después de múltiples visionados, sigue generando debates y análisis. Es una obra maestra del cine de terror, que ha influido en innumerables películas posteriores. Un clásico que merece ser visto y revisado.

Nota: 9/10