El atraco (2009)

“El Atraco” (originalmente “The Hustle”) no es el robo más emocionante que se haya visto en la pantalla, pero sí que resulta sorprendentemente cautivadora gracias a una dirección inteligente y unas actuaciones que logran conectar con el espectador a un nivel inesperado. Daniel Parker, el director, se aleja del thriller convencional y opta por una película sobre la soledad, la añoranza y la búsqueda de significado en la vida, elementos que se tejen sutilmente en la trama del robo.

La película se centra en tres empleados de seguridad de un museo: Frank (Richard Gere), un hombre deshonrado y marcado por su pasado; Kenny (Robert Duvall), un veterano gruñón que lleva treinta años cuidando las mismas obras de arte; y Teddy (Dan Stevens), un joven y torpe que lucha por encontrar su lugar en el mundo. La premisa, al principio, puede parecer absurda: los hombres, unidos por una conexión emocional inusual con las obras que protegen, deciden robarlas y devolverlas a sus lugares de origen. Sin embargo, Parker la convierte en una meditación sobre la banalidad de la existencia, la rutina y la necesidad de romper con lo establecido. La película no se preocupa por justificar el robo en términos morales, sino que explora las razones que impulsan a estos tres hombres a tomar esa decisión.

Las actuaciones son excepcionales. Richard Gere, con su rostro marcado por el tiempo y la decepción, ofrece una interpretación matizada de Frank, un hombre que se siente invisible y que busca desesperadamente una forma de recuperar su autoestima. Robert Duvall, como siempre, es magistral, encarnando la paciencia y la sabiduría de Kenny, un hombre que ha perdido la esperanza pero aún conserva un sentido del humor sarcástico. Dan Stevens, en el papel de Teddy, aporta un toque de frescura y vulnerabilidad a la historia. La dinámica entre los tres actores es, sin duda, el corazón de la película, y su complicidad se siente en cada escena.

El guion, escrito por Daniel Casey, es elegante y minimalista. No se complica con explicaciones innecesarias ni giros argumentales descabellados. La película se concentra en la atmósfera, en las conversaciones entre los personajes y en la sensación de melancolía que impregna la narrativa. La dirección de fotografía, con sus tonos apagados y sus planos largos, contribuye a crear un ambiente de introspección. La banda sonora, discreta pero efectiva, realza la atmósfera contemplativa de la película. Aunque la trama principal es el robo, la verdadera fuerza de la película reside en su capacidad para evocar emociones y provocar la reflexión sobre la vida y la pérdida. “El Atraco” es, en definitiva, una pequeña joya cinematográfica que merece la pena descubrir.

Nota: 7.5/10