“El Bar Coyote” no es un desorbitado thriller de la noche neoyorquina, ni un drama romántico melodramático. Es, en esencia, un estudio de personaje – y de las ambiciones frustradas – ambientado en un club nocturno que parece diseñado para alimentar las contradicciones internas de sus protagonistas. La película, dirigida con una paleta de colores vibrantes y un ritmo que oscila entre la calma y la efervescencia, se centra en Violet, una joven letrista que, en lugar de perseguir sus aspiraciones musicales, encuentra trabajo como camarera en este club, un local cuyo éxito radica, en parte, en la provocación y el erotismo de sus “chicas Coyote”.
La dirección de Chloe Moreau es notable por su capacidad para construir una atmósfera palpable. No se trata solo de mostrar un club nocturno; Moreau consigue transmitir la energía frenética, la tensión sexual y el sentido de aislamiento que se siente en ese lugar. Los planos son deliberados, con un enfoque particular en las expresiones faciales y las miradas, que revelan mucho sobre la psicología de los personajes. La música, cuidadosamente seleccionada, complementa a la perfección el ambiente, con un pop nostálgico que evoca décadas pasadas y a la vez refleja el presente, aunque este último sea una versión distorsionada de la realidad.
Las actuaciones son excepcionales, especialmente la de la actriz principal, Clara Segawa, que encarna a Violet con una mezcla de vulnerabilidad y determinación. Su personaje es complejo y contradictorio: un sueño de artista frustrado que se enfrenta a las limitaciones de su entorno y a sus propias inseguridades. Las secundarias, que interpretan a las "chicas Coyote", también brillan. Cada una de ellas aporta una personalidad única y memorizable, desde la coqueta Cammie hasta la más pragmática Rachel. La química entre ellas es innegable, y sus diálogos, a menudo llenos de sarcasmo y ambigüedad, son uno de los puntos fuertes de la película.
Sin embargo, la película no está exenta de fallas. El guion, aunque interesante, puede resultar algo lento en ciertos momentos, y algunos diálogos, sobre todo los de las "chicas Coyote", pueden caer en la caricatura. A pesar de ello, el film se mantiene cautivador gracias a su atmósfera, sus personajes y su exploración de temas como la ambición, la identidad y las expectativas sociales. La película no ofrece soluciones fáciles ni finales grandilocuentes, sino que deja al espectador con preguntas y reflexiones sobre la búsqueda del éxito y la verdadera felicidad. Es un retrato crudo y honesto de la experiencia de la mujer joven en la gran ciudad, con todas sus contradicciones y desafíos.
Nota: 7.5/10