El bebé jefazo: Negocios de familia (2021)

“El Bebé Jefazo: Negocios de Familia” es, en esencia, una película sobre el reencuentro, pero no precisamente el que uno esperaría de un drama familiar. Christopher Miller y Phil Lord, los directores detrás de "Cuatro Aves a la Extinción" y "Nosotros Los Mitchell", nos ofrecen una comedia absurda, repleta de humor peculiar y un toque de crítica social que, aunque no siempre consistente, le da una profundidad inesperada. La película se centra en los hermanos Templeton, descendientes de un viejo magnate del carbón, quienes, tras la repentina muerte de su abuelo, se ven obligados a heredar su negocio en decadencia: una mina de carbón enclavada en el corazón de West Virginia. El problema, o quizás la solución, es Otis, un bebé de un año con una inteligencia asombrosa, y un deseo inquebrantable de dirigir la empresa con un enfoque radicalmente nuevo.

La dirección de Miller y Lord es, como es habitual en su trabajo, llena de energía y una cuidada puesta en escena. Se nota su afán por crear un mundo visualmente rico y divertido, con un diseño de producción que captura la atmósfera de las pequeñas ciudades del carbón y, a la vez, incorpora elementos surrealistas y futuristas. Las secuencias de acción, especialmente las relacionadas con las operaciones de la mina, son ingeniosas y originales, y la banda sonora, que mezcla música country con electrónica, complementa a la perfección el tono de la película. Sin embargo, en ocasiones, la dirección se siente un poco apresurada, sacrificando la profundidad emocional en favor de mantener el ritmo frenético de la trama. Es posible notar que buscan constantemente la sorpresa y el humor, lo que, en algunos momentos, diluye el impacto de las situaciones más significativas.

Las actuaciones son sobresalientes. Owen Wilson, como el hermano más liberal y desocupado, aporta un equilibrio cómico y refrescante. Steve Carell, como el hermano más tradicional y obsesionado con el legado familiar, ofrece una interpretación magistralmente exagerada y memorable. Jacob Tremblay, en el papel de Otis, logra ser a la vez adorable e inquietante, transmitiendo la inteligencia y la determinación del bebé con una naturalidad asombrosa. Es difícil no sonreír ante sus interacciones y su insistencia en aplicar soluciones innovadoras a un negocio ancestral. La química entre los tres actores es el pilar sobre el que se sostiene gran parte del encanto de la película.

El guion, aunque a veces se inclina hacia lo inverosímil, presenta una crítica social sutil pero efectiva. La película aborda temas como el declive de la industria del carbón, la obsolescencia del trabajo tradicional, la importancia de la familia y la necesidad de reinventarse para sobrevivir. La trama, centrada en la idea de que un bebé puede ser el catalizador de un cambio radical, es, sin duda, lo más llamativo de la película. Si bien algunos elementos argumentales son poco creíbles, la película logra transmitir un mensaje positivo sobre la importancia de la colaboración, la creatividad y la apertura a nuevas ideas. El humor, aunque a veces forzado, es una herramienta que se utiliza para explorar estos temas de una manera accesible y divertida.

En definitiva, "El Bebé Jefazo: Negocios de Familia" es una comedia familiar inteligente y entretenida, que ofrece un cambio refrescante al género. No es una obra maestra, pero sí un entretenimiento sólido que, gracias a sus personajes memorables, su diseño visual y su mensaje sutil, consigue dejar una impresión duradera.

Nota: 7/10