El becario (2015)

“El Becario” (The Intern) es una comedia romántica que, a primera vista, podría parecer un ejercicio de “viejo sabio le enseña a joven exitoso” ya tan pulido en el cine. Sin embargo, la película de Robert Byerly y Marc Turtletaub va mucho más allá de esa fórmula cliché, ofreciendo una reflexión inesperadamente profunda sobre la edad, el propósito en la vida y la conexión humana. La película no busca sorprender con giros argumentales ni efectos especiales, sino que se centra en la evolución gradual de una relación improbable entre una joven emprendedora, Hannah (Anne Hathaway), y Walter (Robert De Niro), un jubilado que se convierte en su becario en una plataforma de moda online.

La dirección de Byerly es discreta pero efectiva. No hay grandes planos espectaculares ni intentos de emocionar con la estética. Se permite que la historia respire, dejando que la química entre Hathaway y De Niro sea el motor principal de la narrativa. Observamos cómo la actitud inicial de Hannah, decidida y enfocada en el crecimiento exponencial de su negocio, se suaviza gradualmente a medida que Walter, con su experiencia vital y su perspectiva serena, la invita a cuestionar sus prioridades y a encontrar un equilibrio entre el éxito profesional y la satisfacción personal. La película logra ese punto delicado donde la comedia no cae en la caricatura y la ternura se instala sin forzarse.

Las actuaciones son, sin duda, uno de los pilares fundamentales del éxito de la película. Anne Hathaway ofrece una interpretación convincente y matizada, retratando con sutileza la transición de Hannah de una joven ambiciosa a una mujer que empieza a valorar la importancia de las relaciones y del tiempo compartido. Robert De Niro, por su parte, aporta una inmensa sabiduría y un encanto natural a Walter. Su personaje no es un anciano que solo ofrece consejos; es un hombre con una historia, con experiencias y con un profundo sentido del humor. De Niro logra transmitir tanto la vulnerabilidad como la fortaleza de Walter, mostrando un contraste tan interesante como conmovedor con la energía juvenil de Hathaway. La química entre ambos es palpable, construida a base de miradas, bromas y silencios que hablan más que mil palabras.

El guion, escrito por Byerly y Byerly, es inteligente y bien construido. Si bien el tema central – la conexión entre generaciones – es conocido, la película lo aborda con un toque fresco y original. Evita los clichés sobre la vejez y la obsolescencia, presentando a Walter como un hombre activo, con un espíritu joven y con ganas de seguir aportando algo a la sociedad. La historia se desarrolla a un ritmo pausado y relajado, permitiendo que los personajes se conozcan y se desarrollen a su propio ritmo. No hay momentos innecesarios ni diálogos superfluos; cada escena contribuye al desarrollo de la trama y a la profundización de la relación entre Hannah y Walter. La película, en definitiva, es un recordatorio de que la experiencia y la juventud pueden complementarse y enriquecerse mutuamente.

Nota: 8/10