El buen patrón (2021)

“El buen patrón” es una película que se instala en la mente como un virus persistente, un comentario agridulce y mordaz sobre el poder, la corrupción y la hipocresía arraigadas en la sociedad española. La película, dirigida por Armando Durán, no se dedica a la glorificación del empresario exitoso, sino que se sumerge en el interior de la mente de su protagonista, Emilio Blanch (un magnífico Javier Bardem), un hombre que, en apariencia, personifica el éxito y la prosperidad, pero que en realidad es un individuo atormentado por sus propios demonios y una necesidad desesperada de control.

La película se centra en la inminente visita de una comisión que decidirá el destino de su empresa y la posibilidad de recibir un prestigioso premio. Esta presión, palpable desde el inicio, sirve como catalizador para desencadenar una serie de eventos inesperados que revelan la verdad oculta tras la fachada de grandeza de Blanco. La trama, aunque aparentemente simple, se complica rápidamente, revelando una red de engaños, favores ilícitos y manipulación que involucra a todos los personajes secundarios. Durán demuestra una notable habilidad para mantener la tensión ascendente, sabiendo cuándo introducir giros inesperados que reorientan la narrativa y provocan una sensación de inquietud constante.

Javier Bardem ofrece una actuación magistral, transmitiendo con sutileza la ambición, el miedo y la desesperación de Blanco. No se trata de una caricatura del villano, sino de un hombre profundamente complejo, marcado por una infancia traumática y una necesidad incontrolable de poder. Su interpretación es densa, cargada de matices, y evoca una mezcla de carisma y vulnerabilidad que lo hace, a pesar de sus acciones, tremendamente empático. La química entre Bardem y el resto del elenco, especialmente con la también brillante Marta Sanz, es fundamental para el desarrollo de la historia. La película no se limita a mostrar el poder, sino a explorar las consecuencias de ese poder, tanto para quien lo ejerce como para quienes lo rodean.

En cuanto al guion, la película está excepcionalmente bien escrita. La dirección de arte, con su atmósfera opulenta pero también decadente, contribuye a crear un ambiente que refleja la corrupción moral y la superficialidad de la sociedad representada. Sin embargo, me parece que la película, en ocasiones, se inclina demasiado hacia el melodrama, aunque esto no resta valor a la fuerza de la interpretación de Bardem. El ritmo, en general, es bueno, aunque el final, si bien satisfactorio, podría haber sido aún más impactante. La película no intenta ofrecer soluciones fáciles, sino que, más bien, invita a la reflexión sobre la naturaleza del poder y las decisiones que tomamos.

Nota: 8/10