El Bulli: Cooking in Progress (2011)

“El Bulli: Cooking in Progress” no es simplemente un documental sobre un restaurante; es una inmersión total en la mente creativa de Ferrán Adrià y en la singularidad de su proyecto. La película, dirigida con una precisión casi científica por David Gelb, se desvela como un testimonio fascinante de la evolución de la alta cocina a finales del siglo XX y principios del XXI. Más allá del glamour y los premios, se expone una verdad brutal y, a la vez, inspiradora: el trabajo de un equipo que se esforzó por romper paradigmas y redefinir la relación entre el chef y el comensal.

El documental se estructura magistralmente, alternando la elaboración meticulosa de los nuevos menús con el frenético, aunque aparentemente controlado, ritmo de la cocina. Gelb no se limita a mostrar el proceso; nos explora el "por qué" detrás de cada decisión. Vemos a los chefs, científicos y diseñadores experimentando con ingredientes, texturas y presentaciones, documentando cada paso con una paciencia admirable. La sensación es la de ser testigo de un laboratorio culinario de vanguardia, donde la ciencia y la emoción se fusionan en la búsqueda de la perfección. Lo que se percibe no es sólo una receta, sino un manifiesto sobre la necesidad de reinventar el acto de comer.

Las actuaciones son discretas pero cruciales. El protagonismo, por supuesto, lo tiene Ferrán Adrià, quien aporta una humildad sorprendentemente realista. No se presenta como un maestro inalcanzable, sino como un hombre apasionado, vulnerable y, a veces, frustrado por las limitaciones del proceso. Los miembros del equipo, desde los chefs de cocina hasta los diseñadores de menús, también reciben su merecido espacio, revelando su individualidad y su compromiso con el proyecto. No son héroes, son artesanos que, guiados por una visión, trabajan juntos para materializarla.

La dirección, a pesar de su enfoque en la documentación, logra mantener una narrativa dinámica y atractiva. El ritmo se alterna con momentos de calma contemplativa y explosiones de actividad frenética, lo que permite al espectador comprender tanto la complejidad como la belleza del proceso. La fotografía es impecable, capturando la luz, los colores y las texturas de la cocina de una manera que es casi sensorial. Gelb evoca una atmósfera casi hipnótica, como si el tiempo y el espacio se distorsionaran dentro de las paredes de El Bulli. No se trata solo de ver comida; es una experiencia visual que apela a los sentidos de una forma asombrosa. La película también plantea preguntas relevantes sobre la sostenibilidad, la responsabilidad social y el impacto de la gastronomía en la cultura y la sociedad.

En definitiva, "El Bulli: Cooking in Progress" es mucho más que un documental culinario. Es un documento histórico, un estudio de carácter, y una reflexión sobre la creatividad y el trabajo en equipo. Es una película que invita a redefinir nuestra concepción de la gastronomía y a valorar el esfuerzo que se necesita para alcanzar la excelencia.

Nota: 9/10