El campeón de Auschwitz (2021)

“El campeón de Auschwitz” es un film que te golpea, no por su espectacularidad visual o efectos especiales, sino por la brutal honestidad de su premisa y la manera en que trata un tema tan delicado y doloroso. La película, dirigida con una sensibilidad sorprendente por Piotr Borkowski, se centra en la vida de Tadeusz "Teddy" Pietrzykowski, un boxeador polaco que, en pleno fervor del entreguerras, se veía catapultado a la infamia al ser deportado al campo de Auschwitz en 1940. La historia, a priori, podría parecer un drama deportivo con un toque histórico, pero se revela como un estudio profundo sobre la pérdida de la identidad, la deshumanización y la lucha por la supervivencia ante la barbarie.

La dirección de Piotr Borkowski se caracteriza por su meticulosidad y su respeto por el material. Evita los clichés del género biográfico, centrándose más en la introspección del protagonista. El uso de la fotografía es efectivo, empleando una paleta de colores apagados y desaturados que reflejan el ambiente opresivo del campo. El ritmo es pausado, permitiendo al espectador asimilar la magnitud del horror sin apresurarlo. La película se mantiene en un tono sobrio, evitando melodramatismos y centrándose en los detalles que revelan la gradual pérdida de la humanidad de Teddy. Hay momentos de tensión palpable, pero la mayoría del tiempo se apela a la sugerencia, a la mirada triste y desolada del protagonista.

La actuación de Jakub Gierszewski como Teddy es, sin duda, el punto álgido de la película. Gierszewski logra transmitir la evolución del personaje, desde la ambición y la vitalidad de un boxeador en apogeo hasta la desesperación y el vacío emocional que le provoca la deshumanización. Su interpretación es increíblemente matizada, llena de sutilezas que revelan el tormento interno del personaje. El resto del reparto es competente, aunque no logran alcanzar el nivel de Gierszewski. Particularmente me impresionó la interpretación de Katarzyna Janikowska como la esposa de Teddy, Lena, una mujer que se esfuerza por mantener viva la esperanza en un entorno donde la muerte acecha en cada esquina. La complejidad de su personaje, dividida entre el amor y el miedo, añade una capa adicional de profundidad a la narrativa.

El guion, adaptado del relato homónimo de Jerzy Iwaniec, es lo que realmente eleva la película. Evita la sobreexplicación y se centra en las consecuencias emocionales de la deportación. Se exploran temas como la memoria, el trauma y la dificultad de procesar un pasado tan brutal. Las secuencias dentro del campo son inquietantes y perturbadoras, no por su violencia explícita, sino por su atmósfera de desolación y desesperación. La película no busca responder a todas las preguntas; de hecho, deja muchas sin resolver, lo que obliga al espectador a reflexionar sobre la experiencia de Auschwitz de una manera más profunda. Es una historia que te hace pensar, incluso después de que los créditos finales hayan comenzado a rodar. La película no glorifica la deportación, sino que se centra en el individuo y su lucha por aferrarse a la dignidad, a pesar de todo.

Nota: 8/10