El caso Goldman (2023)

“El Caso Goldman” no es, en absoluto, una película de acción glorificada. Es una película de silencio, de atmósfera densa y, sobre todo, de interrogante. La dirección de Claire Denis es magistral en la forma de construir la tensión, utilizando un lenguaje visual minimalista pero inquietante. En lugar de mostrar los atracos en detalle, Denis opta por sugerencias, por la sensación de peligro latente y por la mirada introspectiva de Pierre Goldman (interpretado con una intensidad palpable por Pio Marron), lo que consigue un impacto mucho mayor. La película no se centra en la espectacularidad del crimen, sino en las consecuencias emocionales y psicológicas para el protagonista y el ecosistema de izquierdas que lo rodea. La película está impregnada de un aura de paranoia y desconfianza, donde la lealtad se tambalea y el sistema, a pesar de las protestas, se muestra implacable.

Pio Marron ofrece una interpretación absolutamente convincente de Pierre Goldman. Su Goldman no es un héroe, ni siquiera un justiciero. Es un intelectual brillante, un joven idealista que se ve arrastrado por las circunstancias. Marron captura la vulnerabilidad del personaje, su inteligencia y su creciente frustración ante la imposibilidad de escapar de la justicia. Sus miradas, sus gestos, su forma de hablar, todo transmite una profunda sensación de angustia y conflicto interno. El resto del reparto, compuesto por actores franceses relativamente desconocidos, se sostiene bien, contribuyendo a la autenticidad de la ambientación y al creíble retrato de la época y del entorno social.

El guion, adaptado de los archivos judiciales y de las memorias de Goldman, es un ejemplo de rigor periodístico y de análisis sociopolítico. La película no ofrece explicaciones fáciles ni justificaciones para el crimen. Se limita a mostrar las diferentes perspectivas: la de Goldman, la de la policía, la de los compañeros de izquierdas que lo defienden, y la de las víctimas. La película, con su insistencia en el "no sé" de Goldman, fomenta la reflexión sobre la responsabilidad individual y la culpabilidad colectiva en un contexto de radicalismo político y de crisis social. La narrativa se mueve con cautela, permitiendo al espectador llegar a sus propias conclusiones, dejando que la duda permanezca en el aire. Es una pieza audaz y provocadora, que se atreve a cuestionar las convenciones del género criminal y a explorar las complejidades de la memoria y el olvido.

“El Caso Goldman” no es una película que complacerá a todos. Su ritmo pausado, su falta de espectáculos visuales y su enfoque en la introspección pueden resultar algo frío para algunos espectadores. Sin embargo, para aquellos que aprecien un cine reflexivo, crítico y con una fuerte carga histórica, es una obra de arte imprescindible. Es una película que te hace pensar, que te hace cuestionar las certezas y que te deja con una sensación persistente de incomodidad. Es una película que, más de medio siglo después, sigue siendo sorprendentemente relevante.

Nota: 8/10