El castillo (1997)

“El Castillo” (The Castle) es, en su esencia, una comedia que se presenta como una batalla campal, pero que, al final, se revela como un exquisito retrato de la familia, la comunidad y el valor de lo que consideramos “nuestro”. La película de Wayne Kennedy, estrenada en 1997, sigue a la familia Kerrigan, un matrimonio irlandés-australiano con un fuerte sentido de la comunidad y una vivienda modesta, pero llena de significado, ubicada justo al lado del aeropuerto de Melbourne. Su mundo tranquilo se ve amenazado por la decisión del gobierno de expandir la pista de aterrizaje, lo que implica la destrucción de su hogar.

La dirección de Kennedy es magistral, tejiendo con delicadeza la comedia con un componente de drama genuino. No se trata de una comedia slapstick o caricaturesca. La película se siente realista, casi documental, gracias a la utilización de planos naturales y a la captura de la vida cotidiana de la familia Kerrigan. Kennedy logra capturar la esencia de la vida suburbana australiana, sin caer en estereotipos ni simplificaciones. La película es un ejercicio de observación y análisis social, mostrando cómo las decisiones gubernamentales pueden impactar de manera desproporcionada en la vida de las personas comunes.

Las actuaciones son excepcionales. Rod Haymes y Anthony LaPaglia brillan como Frank y Kevin Kerrigan, interpretando a un matrimonio con una dinámica compleja, llena de amor, humor y un fuerte vínculo fraternal. LaPaglia, en particular, ofrece una interpretación particularmente matizada de Frank, transmitiendo su furia, su frustración y su profundo afecto por su casa. El resto del reparto – Ruth Whyms como la vecina Margaret, David Field como el abogado, y el elenco de secundarios – complementa la historia con toques cómicos e identificables. La química entre los actores es fundamental para el éxito de la película.

Lo que realmente eleva “El Castillo” por encima de la simple comedia legal es el guion, de Glenn Rowley. Es inteligente, ingenioso y lleno de detalles observacionales. La película se construye a partir de una serie de escenas cómicas, cada una con su propia lógica interna, que gradualmente se entrelazan para formar un argumento poderoso. La película se construye alrededor de las cartas que Frank escribe, una estrategia legal inusual pero profundamente humana, que utiliza para defender su hogar. El guion no se limita a la defensa legal; explora temas como la lealtad familiar, la comunidad, la defensa de la propiedad y la lucha contra la burocracia. Además, la película tiene una gran sensibilidad hacia los personajes y sus motivaciones, evitando caer en la moralización excesiva. La película sugiere que la verdadera defensa de la propiedad va más allá de los documentos legales; reside en el significado emocional y social que le damos a nuestro hogar.

En definitiva, "El Castillo" es una joya cinematográfica, una película que te hace reír a carcajadas y te hace reflexionar sobre los valores que nos importan. Es una película que te recuerda la importancia de la comunidad, la defensa de lo propio y, quizás, que a veces lo más valioso no se mide en dólares, sino en recuerdos y vínculos emocionales.

Nota: 8.5/10