El cazador de recompensas (2022)

“El Cazador de Recompensas” (The Gunman) no es una película que revolucionará el género western de cazarrecompensas, pero sí es una experiencia cinematográfica honesta y efectiva, que recompensa al espectador con una historia de intriga, tensión y personajes bien construidos, aunque no del todo sorprendentes. Dirigida por Guillermo del Toro, cuya huella se siente en la atmósfera opresiva y el tratamiento visual, la película se centra en Max Borland, un pistolero retirado que encuentra su vida patas arriba cuando es contratado para recuperar a una joven secuestrada.

La película se distingue, en primer lugar, por su atmósfera. Del Toro sabe crear un ambiente de constante incomodidad, donde la moralidad es difusa y los personajes están atrapados en una red de mentiras y deseos. La fotografía de Roger Deakins es exquisita, utilizando la luz y la sombra para resaltar la desolación del paisaje mexicano y la incertidumbre que rodea a Borland. La paleta de colores, dominada por el ocre y el marrón, transmite una sensación de polvo y aridez, reflejando la condición del protagonista y el mundo en el que se mueve. La banda sonora, igualmente, contribuye a generar esta sensación de tensión sutil y persistente.

La actuación de Nikolaj Coster-Waldau como Max Borland es sobresaliente. Coster-Waldau aporta una complejidad al personaje, mostrando un hombre atormentado por su pasado y dividido entre su deseo de alejarse del mundo de la violencia y la necesidad de hacer lo correcto (o lo que considera justo). Sin embargo, la historia no siempre le da el espacio necesario para desarrollar plenamente su conflicto interno. También es digna de mención la interpretación de Joaquín Coy, que ofrece una versión cruda y realista de Joe Cribbens, el pistolero vengativo. Aunque el personaje es un antagonista convencional, Coy le inyecta una mezcla de fragilidad y brutalidad que lo convierte en un oponente creíble.

El guion, aunque no presenta giros argumentales espectaculares, se centra en la construcción del personaje y la creación de un ritmo pausado que permite al espectador conectar emocionalmente con los protagonistas. La trama, que empieza como una simple misión de rescate, se complica gradualmente con la revelación de secretos, traiciones y motivaciones ocultas. Hay momentos de genuina tensión y violencia, pero Del Toro evita caer en clichés y prioriza la exploración psicológica de los personajes. Es una película que se enfoca más en el "cómo" de la historia que en el "qué", permitiendo una reflexión sobre la naturaleza de la venganza, la justicia y la redención. A pesar de esto, algunas subtramas podrían haberse desarrollado con mayor profundidad.

En definitiva, “El Cazador de Recompensas” es un western de cazarrecompensas que se aleja de las convenciones del género, ofreciendo una experiencia cinematográfica más contemplativa y centrada en la complejidad humana. No es una película para entusiasmar a los amantes de las explosiones y persecuciones desenfrenadas, pero sí para aquellos que aprecien una historia bien contada y una dirección cuidada.

Nota: 7/10