El clan (2015)

“El Clan” de Daniel Montero no es simplemente un thriller criminal; es una disección implacable de la hipocresía, la ambición desmedida y la corrupción que se puede esconder bajo la fachada de una familia aparentemente respetable. La película se sumerge en el oscuro y perturbador caso del Clan Puccio, un grupo de secuestradores y asesinos que operó en Argentina durante la dictadura militar, y lo hace con una precisión y una densidad psicológica que la convierten en una experiencia cinematográfica inolvidable.

La dirección de Montero es magistral. No recurre a la espectacularidad o a los clichés del género. En su lugar, opta por un ritmo pausado y una atmósfera de tensión constante, utilizando la fotografía de Juan Manuel Farias para construir un ambiente opresivo que refleja la inquietud que siente el espectador. Las escenas en el yate, el club de rugby y las lujosas residencias son cuidadosamente construidas, generando una sensación de que algo terrible está a punto de suceder. El director logra, sin embargo, evitar caer en la voyeurización, centrándose en las consecuencias de los actos del clan en las víctimas y en sus familiares.

El núcleo de la película reside en la interpretación de Diego Alemán como Arquímedes Puccio. Alemán ofrece una actuación que oscila entre la calma calculada y la locura contenida. Es un patriarca frío y despiadado, pero también un hombre que ha crecido en un entorno donde la violencia y el crimen eran la norma. La interpretación de Juan Minujín como Alejandro Puccio, el hijo estrella del club de rugby, es igualmente brillante. Minujín maneja con maestría la dualidad de un joven que intenta mantener las apariencias y, al mismo tiempo, se ve arrastrado por el oscuro legado familiar. Las actuaciones de los demás miembros del clan, como Lorena Polféro como la enigmática Mía, añaden capas de complejidad a la trama. No son simplemente villanos unidimensionales, sino personajes con sus propias motivaciones y, en algunos casos, con un cierto grado de redención.

El guion, adaptado de un libro de investigación, es sólido y bien estructurado. La película no solo narra los hechos del caso Puccio, sino que también explora las dinámicas familiares, las relaciones de poder y las consecuencias de la corrupción en todos los niveles de la sociedad. La trama se desarrolla de forma natural, sin saltos argumentales innecesarios. Se presta especial atención a la construcción de los personajes y a la creación de un clima de suspenso que mantiene al espectador al borde del asiento. Una de las fortalezas del guion radica en su capacidad para mostrar la gradual erosión de la moralidad en un contexto de opresión política. No se juzga a los personajes de manera simplista; se les presenta como víctimas de las circunstancias, de la falta de alternativas y de una sociedad que ha perdido sus valores.

Sin embargo, la película no está exenta de pequeñas imperfecciones. Algunas escenas podrían haberse extendido un poco más para profundizar en el desarrollo emocional de ciertos personajes. No obstante, estas son cuestiones menores que no afectan en gran medida a la calidad general de la película.

Nota: 8.5/10