El coleccionista de huesos (1999)

“El coleccionista de huesos” es una película que, en un primer momento, puede parecer un ejercicio de nostalgia por los thrillers de acción de los 90. La premisa, un detective tetrapléjico y un asesino obsesionado con los huesos, inmediatamente evoca a películas como “Seven” o “El silencio de los inocentes”. Sin embargo, la película va más allá de la simple recreación de esa estética y ofrece una experiencia cinematográfica más compleja y, en cierto modo, inquietante. Dudo que alguien la recuerde como una joya de cine, pero no deja de ser un entretenimiento de alta calidad, especialmente para aquellos que aprecian la inteligencia criminal y la atmósfera densa.

La dirección de Denis Villeneuve es magistral. Captura la fragilidad y la solitaria sabiduría de Lincoln Rhyme con una delicadeza sorprendente. Evita caer en la sentimentalidad gratuita y se centra en la construcción de un personaje atormentado, pero aún capaz de mantener su aguda inteligencia. El uso de la cámara es meticuloso: se establece constantemente en el interior de la mente de Lincoln, a través de planos cerrados y enzoomamientos que reflejan su proceso de deducción. La película no necesita explosiones grandilocuentes ni persecuciones frenéticas para generar sus momentos de tensión. El suspense se construye lentamente, a través de la atmósfera opresiva, la música de Jóhann Jóhannsson (una joya en sí misma) y las sutiles pistas que el detective acumula.

La actuación de Denzel Washington como Lincoln Rhyme es, sin duda, el corazón de la película. Washington ofrece una interpretación visceral, transmitiendo con su mirada y su postura el peso de su discapacidad, pero también la persistencia y la brillantez de su mente. La química entre Washington y Da'Vine Joy Randolph, que interpreta a Amelia Donaghy, la joven y enérgica especialista en informática que se une a Lincoln, es otro punto fuerte. Randolph aporta frescura y dinamismo a la narrativa, y su relación evoluciona de manera orgánica y creíble. El resto del reparto, aunque con menos tiempo de pantalla, cumple su función sin destacar excesivamente, lo cual es comprensible dada la centralidad de los dos protagonistas.

El guion, adaptado de una novela de Jeffery Deaver, es inteligente y bien estructurado. La trama se complica progresivamente, revelando la psicología perturbada del asesino y las motivaciones detrás de sus macabros crímenes. Aunque la resolución del misterio puede resultar un tanto predecible para los más experimentados en el género, el proceso de deducción de Lincoln, detallado en cada escena, es lo que realmente hace que la película sea absorbente. La película también explora temas como la adicción, la soledad y la búsqueda de redención, aunque estos aspectos se integran de manera sutil en la trama principal. En definitiva, no es una película que reinvente el género, pero sí lo explora con una sensibilidad y un rigor notable. A veces, la sencillez y la precisión son más efectivas que la sobreexposición.

Nota: 7.5/10