El contable (2016)

“El Contable” (The Accountant), estrenada en 2016, no es solo un thriller con un toque de comedia negra; es una exploración sorprendentemente profunda de la soledad, la compulsión y la búsqueda de una justicia retorcida. La película, dirigida por Christian Bell y Gregory Jacobs, se adentra en la vida de Christian Wolff (Ben Affleck), un contable extraordinariamente brillante, pero también profundamente antisocial, cuya vida se divide entre la meticulosa gestión de finanzas y la práctica de la violencia como asesino a sueldo. Más allá del espectáculo, la película logra un equilibrio notable entre la tensión y el humor, aunque este último a veces puede resultar un poco forzado.

Ben Affleck, en un papel que claramente le sienta como un traje de medida, ofrece una actuación excepcionalmente comprometida. Su interpretación de Christian Wolff es sutil y convincente; no se trata de un personaje exagerado, sino de un hombre cuyo comportamiento, aunque moralmente cuestionable, se basa en una lógica interna definida por la necesidad de orden y control. La actuación de Affleck captura magistralmente la rigidez emocional del personaje, su dificultad para conectar con los demás y su incapacidad para expresar sus sentimientos abiertamente. El resto del reparto, como Anna Camp en el papel de su improbable interés romántico, o John Hawkes como el jefe de la empresa que se convierte en su objetivo, ofrece un acompañamiento sólido y bien calibrado.

Lo que realmente distingue a “El Contable” es su guion. La trama, aunque centralmente enfocada en la ejecución de asesinatos, se construye alrededor de un concepto fascinante: la obsesión de Christian por la precisión, el orden y el balance. El guion explora cómo estas compulsiones, que en el ámbito contable son virtuosas, se traducen en una violencia calculada y metódica. La película no rehúye de la violencia, pero la presenta de manera precisa y desapasionada, evitando la glorificación. La estrategia de la película reside en que el espectador se pregunta constantemente si lo que está presenciando es una muestra de cruel sadismo o simplemente la aplicación lógica de un sistema interno. Además, la trama incorpora elementos de suspense, giros inesperados y una tensión constante, manteniendo al espectador enganchado hasta el final.

Bell y Jacobs logran, además, que el espectador empatee, en cierta medida, con el protagonista, incluso cuando sus acciones son horribles. La película, a pesar de sus elementos oscuros, plantea preguntas sobre la justicia, la moralidad y el valor de la singularidad. No se ofrece una solución fácil; simplemente presenta al espectador con la necesidad de reflexionar sobre los motivos de Christian y sobre la complejidad de la naturaleza humana. La dirección es eficaz, con una cinematografía que enfatiza la precisión y el detalle, reflejando la mentalidad del protagonista. La película se beneficia enormemente de la fotografía de Pete Kincade, quien logra crear una atmósfera visualmente impactante y coherente con la temática. En definitiva, “El Contable” es una película inteligente y bien construida que supera las expectativas iniciales del thriller convencional.

Nota: 8/10