El corazón de la bestia (2011)

“El corazón de la bestia” (The Beast) es un ejercicio interesante, aunque no del todo exitoso, de reimaginar un cuento clásico para un público contemporáneo. La película se distancia significativamente de la fábula original de “La Bella y la Bestia”, anclándose en la novela de Alex Flinn, que le da una vuelta de tuerca interesante a la narrativa tradicional. Esto, por un lado, aporta una frescura necesaria para evitar que la historia se sienta anticuada, pero por otro, diluye la esencia del mito que ha perdurado a lo largo de los siglos.

La dirección de Seth Rogen y quien le sigue, quien, a pesar de su popularidad, no logra desatar todo su potencial. Rogen, conocido por su estilo cómico y su capacidad para crear atmósferas, aquí se centra en la estética visual y el desarrollo del personaje de Kyle, interpretado por Jacob Bannon. Bannon entrega una actuación convincente como un joven arrogante y egocéntrico, cuya transformación en bestia no solo le obliga a enfrentarse a su propia vanidad, sino también a la crueldad de su entorno. Sin embargo, el ritmo de la película es irregular. Las escenas de acción y los momentos de humor están bien ejecutados, pero se intercalan con pasajes lentos y contemplativos que, en ocasiones, se sienten redundantes. Se podría haber encontrado un mejor equilibrio para mantener el interés del espectador a lo largo de la película.

El guion, adaptado de la novela, es donde reside la principal debilidad de la película. Si bien la premisa inicial -un chico que se transforma en una bestia y tiene un año para que alguien se enamore de él- es intrigante, se siente un tanto forzada y, a veces, melodramática. La película explora temas complejos como la aceptación, la empatía y la belleza interior, pero a menudo lo hace de manera superficial y sin profundizar en las motivaciones de los personajes. Las relaciones entre Kyle y los posibles candidatos a enamorarse, aunque presentadas con cierta sensibilidad, carecen de la profundidad emocional necesaria para generar un impacto real. Se siente, en general, que se intenta demasiado y, como resultado, la película se queda a medio camino.

No obstante, la película no es un fracaso absoluto. La banda sonora es impecable y contribuye significativamente a la atmósfera de la película. Las escenas de diseño de producción son visualmente atractivas, creando un entorno de fantasía oscura que complementa la transformación de Kyle. La película juega con la estética del cuento de hadas, incorporando elementos de la mitología y el folklore en un contexto moderno y urbano. Además, la reflexión sobre la diferencia y el prejuicio, aunque simplificada, podría ser beneficiosa para un público más joven, impulsándolos a cuestionar sus propios estereotipos.

Nota: 6/10