“El cortador de césped 2” no solo regresa a la pantalla grande; se reinventa, redefiniendo lo que se espera de una secuela de una película que, por derecho propio, desafió las convenciones del cine independiente. M. Knight Shyamalan, maestro de la tensión psicológica y el suspense con giros argumentales sorprendentes, regresa con una narrativa que se adentra en territorios aún más complejos y que, paradójicamente, se vuelve más contenida y reflexiva que su predecesis. La película, aunque visualmente impactante, se centra menos en el espectáculo y más en el tormento interior de su protagonista, David (Adam Driver), un hombre atrapado en un bucle temporal y obsesionado con la construcción de un imperio tecnológico. Shyamalan se aleja, en cierta medida, del horror visceral y la ciencia ficción más llamativa, apostando por una trama que explora temas como la responsabilidad, la memoria, la identidad y el precio del progreso.
La dirección de Shyamalan es impecable, como siempre, creando atmósferas inquietantes y una sensación constante de desasosiego. Utiliza la cámara de manera magistral, jugando con la perspectiva y el montaje para intensificar la confusión y la angustia de David. La película se beneficia enormemente de la paleta de colores apagados, que acentúan la sensación de aislamiento y desesperación del personaje. Sin embargo, hay que reconocer que la lentitud del ritmo puede resultar un obstáculo para algunos espectadores. La película no se apresura a revelar sus secretos; en cambio, los desvela de manera gradual, lo que puede generar frustración en aquellos que buscan respuestas inmediatas. No obstante, esta deliberada lentitud contribuye a la atmósfera opresiva y al sentimiento de que David está realmente atrapado en una pesadilla.
Adam Driver ofrece una actuación convincente y, quizás, la más compleja de su carrera. Su interpretación de David es absolutamente deslumbrante, transmitiendo con maestría la creciente locura y la profunda tristeza de un hombre que ha perdido el control de su propia vida. El resto del reparto, incluyendo a Bryce Dallas Howard y Catalina Sandino Moreno, son sólidos y complementarios, aunque sus roles son relativamente limitados. El guion, aunque a veces denso, es inteligente y ofrece una exploración fascinante de las consecuencias imprevistas de la ambición y la tecnología. Shyamalan no ofrece soluciones fáciles ni respuestas definitivas; en cambio, nos obliga a reflexionar sobre la naturaleza humana y el impacto de la tecnología en nuestras vidas. El final, deliberadamente ambiguo, es la pieza clave de la película y un ejemplo brillante de la habilidad de Shyamalan para generar debate y preguntas sin necesidad de explicaciones.
“El cortador de césped 2” es una película que exige atención y que recompensa al espectador paciente. No es una película fácil de digerir, pero sí es una experiencia cinematográfica memorable que permanecerá en la memoria mucho después de que los créditos finales hayan terminado de rodar. Es una obra maestra de la tensión y el suspense, un desafío a las convenciones del género y una reflexión profunda sobre la condición humana. Es una prueba más de que M. Knight Shyamalan sigue siendo uno de los cineastas más innovadores y talentosos de nuestro tiempo.
Nota: 8.5/10