El Cuarteto (2012)

“El Cuarteto” no es un drama de ópera en el sentido tradicional, sino una meditación sobre la amistad, el arte, la pérdida y la persistente carga del pasado. La película, dirigida con una sensibilidad exquisita por Paolo Sorrentino, se presenta como un estudio de personajes, un mosaico de memorias y celos que se entrelazan con la música como hilo conductor. Sorrentino, conocido por su estilo visualmente exuberante, aquí adopta un enfoque más sobrio y elegante, permitiendo que la historia se desarrolle con un ritmo pausado, casi contemplativo. Esto, si bien resulta encantador para algunos, podría resultar tedioso para aquellos acostumbrados a un espectáculo más vibrante.

La película se centra en un grupo de cantantes de ópera veteranos, relegados a una residencia que se ha convertido en su hogar y en su prisión. Su anual concierto benéfico, en honor a Verdi, es el evento central de sus vidas, un ritual que reafirma su conexión y les proporciona un propósito, aunque tenue. La llegada de Antonio Fantini (interpretado magistralmente por Roberto Benigni), un antiguo rival de uno de los cantantes, desencadena una serie de flashbacks que revelan un pasado de ambición desmedida, traiciones y un amor no correspondido. Estas escenas, construidas con una meticulosidad impresionante, no son sólo flashbacks, sino reconstrucciones emocionales que explican el presente de los personajes. La dirección de arte es impecable, recreando con detalle el ambiente de la residencia y los escenarios de los antiguos conciertos, sumergiendo al espectador en un mundo de terciopelos, seda y una elegancia desvanecida.

Las actuaciones son excepcionales. Benigni, en particular, ofrece una interpretación que va más allá de la simple representación del personaje. Transmite con sutileza la complejidad de Fantini, su orgullo herido, su nostalgia y su capacidad de redención. El resto del elenco, compuesto por Bruno Cortona, Valeria Golino, y el siempre efectivo Carlo Verdone, aportan interpretaciones sólidas y llenas de matices. Sin embargo, es la química entre Benigni y Golino, quienes interpretan a un ex-pareja, lo que realmente impulsa la narrativa. Sus diálogos, a menudo cargados de ironía y melancolía, son el corazón palpitante de la película. La música, esencialmente piezas de Verdi, sirve como un poderoso símbolo de la trayectoria de los personajes y de sus aspiraciones incumplidas.

A pesar de su ritmo deliberadamente lento, "El Cuarteto" es una película que invita a la reflexión. Sorrentino no ofrece respuestas fáciles. En lugar de eso, se centra en la fragilidad de las relaciones humanas, en las consecuencias del egoísmo y en la dificultad de superar el pasado. La película, aunque no excepcionalmente emocionante, conecta emocionalmente a través de su honestidad y su capacidad para capturar la belleza y la tristeza del envejecimiento. No es una película para todos, pero para aquellos que aprecien la profundidad emocional y la dirección artística, es una experiencia cinematográfica memorable. La película se siente, en definitiva, como una pieza de arte sofisticada y llena de resonancias.

Nota: 7.5/10