El culto de Chucky (2017)

“El culto de Chucky” (Child’s Play 2024) es una incursión inquietante en el universo de los muñecos asesinos de Don Mancini, y aunque no alcanza la brillantez de las entregas originales, sí que ofrece una experiencia de terror visceral y una vuelta a la forma que se siente bien lograda. Mancini, como guionista y director, regresa con un proyecto que, en lugar de intentar reescribir el legado, se propone explorar las consecuencias psicológicas y la naturaleza de la obsesión, y en ese juego logra ciertos momentos muy efectivos.

La película se basa en la premisa de que la mente perturbada de Nica, quien insiste en su propia culpabilidad por la muerte de su familia, se torna aún más desordenada cuando un muñeco de Chucky, aparentemente recién fabricado, causa una nueva serie de asesinatos en el asilo donde está encarcelada. Este recurso de "introducción repentina" del muñeco funciona bien al principio, creando una atmósfera de incertidumbre y vulnerabilidad que se mantiene durante gran parte del metraje. Sin embargo, la película se complica al introducir a Andy Barclay, el icónico niño que conocimos en las entregas anteriores. Su inclusión, aunque bienvenida para algunos fans, a veces resta dinamismo y se siente un tanto forzada, como una excusa para conectar con la nostalgia en lugar de servir a la trama principal.

La dirección de Mancini es precisa y visualmente atractiva. Utiliza la paleta de colores apagada del asilo de manera magistral, acentuando la sensación de claustrofobia y deterioro. Las escenas de violencia son, como es de esperar, brutales y perturbadoras, pero se emplean con moderación y se centran en el impacto psicológico más que en el mero gore. La banda sonora, con su inquietante mezcla de melodías infantiles y sonidos amenazantes, contribuye significativamente a la tensión y al ambiente general.

Las actuaciones son sólidas. Elisabeth Röhm, como la psiquiatra del asilo, ofrece una interpretación convincente de una figura ambigua y manipuladora. Christine Baranski, en su breve pero impactante aparición, aporta una dosis de sarcasmo y malicia. Sin embargo, Sadie Sink, quien interpreta a Nica, se muestra algo desigual en sus momentos de terror, y su personaje, a pesar de su situación, no logra conectar plenamente con el espectador. La reaparición de Tiffany, interpretada por Jennifer Tilly, aporta un toque de humor negro y un guiño a los fans habituales.

En definitiva, “El culto de Chucky” es una película de terror que se sitúa dentro de un contexto familiar para los seguidores de la saga, pero que también puede resultar atractiva para aquellos que no estén familiarizados con sus orígenes. No es una obra maestra, ni mucho menos, pero ofrece una experiencia de terror satisfactoria y bien ejecutada, con una atmósfera tensa, algunas ideas interesantes y un guiño a la nostalgia. Es una secuela que, aunque no reinventa la rueda, se aferra a lo que hace que la saga de Chucky sea tan memorable: la combinación de humor negro, terror psicológico y la amenaza omnipresente del muñeco asesino.

Nota: 7/10