“El día de la bestia” (1995) no es solo una película de terror, es una pesadilla visceral y, a la vez, una fascinante meditación sobre la fe, la duda y la oscuridad que se esconde bajo la superficie de la sociedad española de la época. Dirigida por Álex Pastor, la película se erige como una obra maestra del cine español de culto, una joya que, a pesar de su apariencia inicial, revela capas de significado y ambigüedad que permanecen en la mente del espectador mucho después de los créditos finales.
La película se centra en Padre Mateo, interpretado magistralmente por Miguel Bosé, un sacerdote atormentado por una visión apocalíptica. Bosé ofrece una actuación devastadora, transmitiendo con una intensidad impresionante la angustia y el fervor de un hombre que cree que el fin de los tiempos está a punto de llegar. Su interpretación es, sin duda, el pilar central de la película, logrando un equilibrio perfecto entre la vulnerabilidad y la desesperación, lo que hace que su lucha contra sus propias dudas sea profundamente conmovedora.
La trama, aunque densa y a veces confusa, se desarrolla con un ritmo pausado que otorga al espectador el tiempo necesario para sumergirse en el ambiente opresivo y perturbador que Pastor crea. La ambientación, con una Madrid de mediados de los noventa llena de bares oscuros, callejones laberínticos y una atmósfera general de inquietud, es esencial para la construcción de la atmósfera. La dirección artística, el diseño de producción y la fotografía contribuyen a crear un espacio inquietante y claustrofóbico, que se impregna de un aura sobrenatural palpable.
La incorporación del joven aficionado al death metal, José María, interpretado por un joven Javier Godino, aporta un contraste interesante y añade una capa adicional de complejidad a la historia. Su perspectiva, joven e irreverente, choca con la fe inquebrantable del Padre Mateo, creando una dinámica tensa y fascinante. El guion, aunque a veces se aleja de la lógica pura, se sirve de un lenguaje oscuro y simbólico, utilizando referencias a la religión, la mitología y el ocultismo de manera efectiva, si bien la trama principal puede resultar un poco lenta para algunos espectadores.
La película no busca proporcionar respuestas fáciles. Más bien, plantea preguntas inquietantes sobre la naturaleza del mal, la credulidad humana y el poder de la fe. La escena final, una demostración de poder y desesperación, es particularmente impactante, dejando al espectador con una sensación de incomodidad y reflexión. “El día de la bestia” es una película que exige una atención plena y una mente abierta, recompensando al espectador con una experiencia cinematográfica única e inolvidable.
Nota: 8/10