El diputado (1978)

“El Diputado” (2022), dirigida por Oriol Paulo, es un thriller político que, aunque carente de la grandilocuencia que a veces asociamos con este género, se erige como una mirada escalofriante y perturbadora a la vulnerabilidad de la figura pública durante un periodo de transición turbulento. La película no es un espectáculo, sino un diseccionamiento lento y metódico del miedo, la paranoia y la corrupción, elementos centrales en la España de finales de los 70.

La dirección de Paulo se centra en la construcción atmosférica. La película no depende tanto de sustos repentinos, sino de una sensación constante de incomodidad y amenaza latente. La fotografía, en tonos grises y apagados, contribuye a este ambiente opresivo, reflejando la desconfianza y la oscuridad que impregan la trama. Paulo evita soluciones fáciles y magistrales, optando por un ritmo pausado que intensifica la tensión gradualmente, llevándonos a cuestionar la veracidad de cada revelación.

La película se construye sobre una idea central inquietante: la exposición de la vida privada de un hombre en el poder, un hombre que, aparentemente, está en la cúspide de su carrera, es desmantelado por un chantaje basado en su homosexualidad. La actuación de Javier Gutiérrez como Roberto Orbea es magistral. Su interpretación es sutil y precisa, transmitiendo la desesperación, la confusión y el miedo a la pérdida del control. Gutiérrez no recurre a gestos exagerados, sino que se enfoca en la expresión facial y el lenguaje corporal, mostrando la fragilidad de un hombre que se ve arrastrado por fuerzas oscuras. La interpretación de un actor joven, José Coronado, que interpreta a su amante, también es destacable, aportando una nota de inocencia y vulnerabilidad que contrasta con la situación de Orbea.

El guion, co-escrito por Oriol Paulo y Juan Ferraz, es inteligente y complejo, si bien a veces podría sentirse un tanto repetitivo. La estrategia del chantaje es implacable y despiadada, y la película explora las consecuencias devastadoras que puede tener el abuso de poder. La película, sin embargo, no se limita a ser un mero relato de intriga política; también plantea preguntas sobre la identidad, la moral y el precio de la libertad. El guion plantea una reflexión sobre la hipocresía de una sociedad aún en transición, marcada por la intolerancia y el prejuicio. La investigación sobre la homosexualidad en la época, aunque tratada con sensibilidad, se integra de forma natural en la trama, mostrando las limitaciones y el miedo que aún prevalecían.

A pesar de su ritmo a veces lento, “El Diputado” es una película que perdura en la memoria. La tensión acumulada, la fuerza de las interpretaciones y la relevancia temática la convierten en una obra que merece la pena ver, no solo para los aficionados al thriller político, sino también para aquellos interesados en la historia reciente de España y la lucha por los derechos civiles.

Nota: 8/10