“El Doble” (The Protégé, en su título original) no es una adaptación alegre de la obra de Dostoievski, sino una experiencia visceral, inquietante y, en ocasiones, perturbadora que se aferra a la mente del espectador con una precisión quirúrgica. La película de Martin Sherman, a pesar de sus elementos estilísticos contemporáneos, logra capturar la esencia misma de la angustia existencial y la paranoia que caracterizan al autor ruso. La película, a diferencia de algunas adaptaciones más convencionales, no busca ofrecer una explicación fácil para las obsesiones de su protagonista, Iván (interpretado magistralmente por Joel Edgerton), sino que se deja llevar por la creciente desintegración psicológica de su personaje.
El director Sherman se distancia de la estética clásica del cine negro, optando por una paleta de colores apagados y una iluminación que constantemente empaña la realidad. Esta elección visual refuerza la sensación de aislamiento y confusión que experimenta Iván, un burócrata cuya vida monótona y sin sentido se desmorona con la aparición de su doble, un hombre idéntico que trabaja en la misma oficina y parece tener un interés particular en su vida. La dirección es impecable en la construcción de la atmósfera, utilizando planos cerrados y movimientos de cámara lentos para generar una tensión constante. Sherman no se limita a mostrar el doble, sino que explora las consecuencias de su mera presencia, la erosión de la identidad y la pérdida de control sobre la propia existencia.
La actuación de Joel Edgerton es, sin duda, el corazón de la película. Lejos de caer en la caricatura de un hombre loco, Edgerton ofrece una interpretación sutil, pero profundamente convincente. Logra transmitir la creciente desesperación y la inminente locura de Iván con una mirada, una leve mueca, un gesto que comunica una angustia inmensa. La química entre Edgerton y el también intérprete de doble, Oliver Jackson-Cohen, es fundamental para el desarrollo de la trama, creando una dinámica de hostilidad y sospecha que es tan inquietante como la propia locura de Iván. La interpretación de Jackson-Cohen es igualmente brillante, dotando al doble de una ambigüedad inquietante; no es un villano manifiesto, sino un reflejo distorsionado de la propia psique de Iván.
El guion, adaptado de “El Doble” de Dostoievski, es inteligente y evita simplificaciones. La película se adentra en las profundidades de la mente de Iván, explorando temas como la soledad, el poder, la identidad y la búsqueda de sentido en un mundo aparentemente absurdo. Si bien la trama principal es el misterio del doble, la película se centra en la introspección del protagonista, cuestionando la naturaleza de la realidad y la importancia de las relaciones humanas. La película también plantea preguntas inquietantes sobre el libre albedrío y el destino. El guion, en general, se siente moderno y relevante, desafiando al espectador a reflexionar sobre su propia percepción de la realidad.
Sin embargo, la película puede resultar un tanto lenta y desconcertante para aquellos que buscan un thriller convencional. La falta de acción explícita y la insistencia en la exploración psicológica pueden frustrar a algunos espectadores. No obstante, para aquellos dispuestos a sumergirse en la atmósfera opresiva y la complejidad de la historia, "El Doble" ofrece una experiencia cinematográfica única e inolvidable.
Nota: 8/10