El dragón rojo (2002)

“El Dragón Rojo” (Red Dragon) es una obra maestra del thriller psicológico que, a pesar de las décadas transcurridas desde su estreno, sigue siendo una experiencia cinematográfica perturbadora y absorbente. La película, dirigida con maestría por Frank Darabont, no es una simple historia de crimen; es un estudio profundo y, a menudo, inquietante, sobre la naturaleza del mal y los mecanismos destructivos del trauma. Darabont, que ya había demostrado su capacidad para adaptar historias complejas y narrativas densas, entrega aquí una película meticulosamente construida, que se apoya en una atmósfera opresiva y en la inteligencia de sus personajes.

La premisa, basada en la novela de Thomas Harris, es fascinante: el agente del FBI Will Graham, interpretado con una intensidad creíble por Ralph Wilson, es un hombre profundamente sensible, capaz de "entender" a los asesinos en serie. Este don, que le permite acceder a sus pensamientos y emociones, lo convierte en un activo valioso para la investigación, pero también lo tortura psicológicamente. En "El Dragón Rojo", Graham se ve obligado a colaborar con un aliado improbable: Hannibal Lecter, magistralmente interpretado por Anthony Hopkins en un papel que le ha valido una merecida Palma de Oro. Hopkins, con su mirada penetrante y su control absoluto sobre cada uno de sus gestos, crea un personaje inolvidable, un sociópata elegante y fascinante que opera en un plano de superioridad moral. La química entre Wilson y Hopkins es eléctrica, un diálogo subtextual cargado de tensión y manipulación que define la esencia de la película.

El guion, adaptado con precisión por Ted Griffin, evita caer en clichés del género. La película se centra en el proceso de investigación, explorando las consecuencias emocionales del trabajo de Graham y la fragilidad mental de ambos protagonistas. Los flashbacks que revelan el pasado trágico de Graham, incluyendo el asesinato de su propia familia, son elementos cruciales para comprender su obsesión y su necesidad de justicia. Estos fragmentos, filmados con una paleta de colores desaturada, contribuyen a la atmósfera de pesadilla que impregna la película. La dirección de fotografía, a cargo de Tak Fujimoto, es impecable, utilizando la luz y la sombra para intensificar la sensación de claustrofobia y desesperación. El uso de la paleta de colores, con predominancia de grises y ocres, refleja la oscuridad interior de los personajes.

Sin embargo, "El Dragón Rojo" no es una película de acción o de persecuciones desenfrenadas. Es un thriller psicológico que se basa en la tensión, el suspenso y el desarrollo de los personajes. El ritmo, deliberadamente pausado en algunas escenas, permite que la tensión se acumule gradualmente, llegando a un clímax final absolutamente devastador. La actuación de Anthony Hopkins es, sin duda, la joya de la corona, pero la interpretación de Ralph Wilson también merece el máximo reconocimiento, ya que ofrece una representación conmovedora y vulnerable de un hombre al borde del abismo. La película explora temas complejos como la culpa, el trauma, la justicia y la naturaleza del mal, dejando al espectador con preguntas inquietantes sobre la condición humana.

Nota: 9/10