El ejercicio del poder (2011)

“El ejercicio del poder” es una película que, sorprendentemente, no se aferra a los clichés del thriller político. Llevaba con cierta incertidumbre al entrar en el cine, con una premisa que, en principio, podría desembocar en un melodrama grandilocuente. Sin embargo, lo que encontramos es una pieza de cine social densa y claustrofóbica, que explora la deshumanización de la política a través de las experiencias de Bertrand Saint-Jean, interpretado con una intensidad admirable por Vincent Lindon.

La película no ofrece explicaciones simplistas ni demoniza a los personajes. En lugar de ello, nos sumerge en el torbellino de una crisis económica que paraliza la Francia de la década de 2010. Saint-Jean se ve catapultado a un papel secundario, un simple peón en un tablero de ajedrez donde los intereses se entrelazan y las lealtades se disuelven. Lo que resulta tan efectivo de la película es su enfoque en el detalle: la frustración del ministro al intentar comunicarse, la tensión en sus encuentros con sus superiores, la dificultad de tomar decisiones en un entorno donde cada acción tiene consecuencias impredecibles. Lindon, en particular, ofrece una interpretación magnífica, mostrando un actor que abandona la imagen del político idealizado y se transforma en un hombre normal, agotado, incómodo y, fundamentalmente, vulnerable.

La dirección de Florian Baier es precisa y sutil. Evita los grandiosos planos y las soluciones fáciles, optando por un estilo visual que refleja el caos interior de Saint-Jean. La película se construye a partir de pequeños momentos, conversaciones fragmentadas y miradas reveladoras. El sonido también juega un papel crucial, con el ruido de fondo constante - coches, sirenas, multitudes- que amplifica la sensación de estar atrapado en un mundo en crisis. Es una película que se disfruta más en silencio, sopesando cada diálogo y cada gesto. El guion, adaptado de un texto de la televisión francesa, es notablemente bien escrito, presentando un retrato realista de un sistema político corrupto y polarizado, donde la transparencia es un lujo inalcanzable.

A pesar de su ritmo pausado y su enfoque en la atmósfera, "El ejercicio del poder" no es una película que te entretenga con acción explosiva. Su fortaleza reside en su capacidad para generar un profundo sentimiento de incomodidad y desilusión. Es una película que te hace reflexionar sobre el poder, la responsabilidad y el precio que se paga por intentar hacer política en un mundo donde las reglas están rotas. En definitiva, es una obra importante que invita a la reflexión y a cuestionar el papel del individuo en la sociedad. Una película que, a pesar de su temática pesada, ofrece momentos de intensa emoción y humanidad.

Nota: 8/10