El ejército de las tinieblas (1992)

“El ejército de las tinieblas” es una película que, a primera vista, parece una apuesta segura por el público que busca acción medieval con un toque de ciencia ficción, pero que, en realidad, resulta ser una experiencia cinematográfica desigual y a veces frustrante. La premisa, una fuerza malvada que domina la Edad Media y la llegada de un protagonista con tecnología del siglo XX, es interesante y podría haber dado lugar a una aventura épica y visualmente impactante. Sin embargo, la película se pierde demasiado en la ejecución, sacrificando la coherencia y el desarrollo de personajes en favor de secuencias de acción desorbitadas y efectos especiales, a menudo exagerados.

La dirección de Scott Derrickson se muestra ambiciosa, intenta crear una atmósfera sombría y opresiva que refleja la desesperación de los campesinos y la crueldad de los invasores. Sus planos amplios, que muestran los paisajes góticos de la Inglaterra medieval, son efectivos y contribuyen a la sensación de inmensidad y peligro. No obstante, la dirección carece de un enfoque claro. A veces se obsesiona con la espectacularidad, resultando en momentos que se sienten artificiosos y carentes de emoción genuina. La banda sonora, aunque potente, se utiliza de forma repetitiva, llegando a cansar al espectador. Derrickson parece más preocupado por mostrar “algo grande” que por contar una historia convincente.

Las actuaciones son un punto débil significativo. Liam Neeson, como Sir Kaelan, apuesta por una interpretación estoica y estoica, pero su personaje carece de profundidad y sus motivaciones son poco claras. El resto del elenco ofrece actuaciones competentes, pero ninguna alcanza un nivel que rescate la película. Sin embargo, el que destaca, aunque de forma no convencional, es Doug Jones, quien interpreta al ‘Monstruo’, un ser grotesco y perturbador. Su actuación, basada en una combinación de maquillaje prostético y movimientos sutiles, es, sin duda, la parte más memorable de la película. Jones logra transmitir una mezcla de arrogancia y vulnerabilidad, cualidades que le dan algo de credibilidad a su papel como extranjero en un tiempo y lugar hostiles.

El guion es, lamentablemente, el punto más débil de la película. La trama se complica innecesariamente con subtramas y personajes secundarios que no aportan nada a la historia principal. El diálogo es cursi y expositivo, y las motivaciones de los villanos son poco desarrolladas. La introducción de la tecnología del siglo XX, aunque plantea interesantes posibilidades, se integra de forma torpe y con una justificación poco convincente. Se recurre demasiado a la acción para evitar profundizar en los conflictos internos de los personajes o en la exploración de las implicaciones morales de la situación. En resumen, la película intenta abarcar demasiado, sin tener la solidez narrativa necesaria para sostener la ambición de su premisa.

Nota: 5/10