El Ente (1982)

“El Ente” es una película que se aferra a la oscuridad de la psique humana y la fragilidad de la percepción, dejando una huella inquietante mucho después de que la pantalla se apague. Dirigida por Gonzalo Higelin, la película no busca el horror fácil o la violencia gratuita, sino que construye un terror más sutil, más psicológico, que se arraiga en la atmósfera opresiva y la creciente desconfianza que experimenta la protagonista, Barbar Hershey. El film se basa, como se indica, en hechos reales, lo que le otorga una capa de autenticidad perturbadora, ya que la línea entre la realidad y la locura se desdibuja lentamente, desafiando al espectador a cuestionar su propia interpretación de los eventos.

La dirección de Higelin es magistral en la forma en que maneja la cámara. Se evita el uso excesivo de movimientos bruscos o efectos especiales, optando por planos largos y deliberadamente lentos que, combinados con la iluminación sombría y el diseño de producción impecable, crean una sensación constante de incomodidad. Se mantiene una distancia prudente del horror, permitiendo que la angustia de Barbar Hershey, y por extensión del espectador, se filtre gradualmente. La película no te grita el horror; lo susurra en cada sombrío rincón, en cada mirada esquiva, en cada susurro inquietante.

La actuación de Barbar Hershey es, sin duda, la columna vertebral de la película. Su interpretación de una mujer desgarrada por el miedo y la desesperación es absolutamente conmovedora. Transmite una vulnerabilidad palpable, un desmantelamiento gradual de la cordura que es innegablemente creíble. Se nota una profunda dedicación de Hershey a su papel, una entrega total a la fragilidad emocional de su personaje. Ron Silver, como el psiquiatra, ofrece una actuación igualmente sólida, aunque su personaje, si bien comprensible, a veces se siente un tanto plano en comparación con la intensidad de Barbar Hershey. Su duda, su intento de racionalizar lo inexplicable, es el contrapunto necesario, pero no llega a ser tan convincente como la tormento de su contraparte.

El guion, aunque deliberadamente lento y centrado en la atmósfera, es notable por su ambigüedad. No ofrece respuestas fáciles y no pretende hacerlo. La película se centra en la experiencia subjetiva de Barbar Hershey, lo que significa que la “verdad” permanece en un terreno inexplorado. Este aspecto, para algunos, puede ser frustrante, pero es precisamente esta incertidumbre la que hace que la película sea tan memorable. La película no busca explicar el origen del “Ente”, sino más bien explorar las consecuencias psicológicas del terror y la dificultad de comunicar una experiencia que parece estar acaída de la lógica racional. La fuerza de la película radica en su capacidad de generar un ambiente de suspense inquietante y en la duda persistente sobre la naturaleza de lo que está sucediendo.

En definitiva, “El Ente” es una experiencia cinematográfica perturbadora que valora la sutileza y la ambigüedad. Es un trabajo que se atreve a cuestionar la percepción de la realidad y a explorar los límites de la mente humana. Una película difícil de olvidar, no por su horror explícito, sino por la manera en que se instala en la memoria, plantando dudas y generando una sensación inquietante.

Nota: 7/10