“El Escuadrón del Diablo” es una película que, a primera vista, parece una simple revancha de acción, pero en realidad se erige como una inquietante reflexión sobre la moralidad en tiempos de guerra y la deshumanización inherente a la profesión militar. La premisa –un cazarrecompensas endurecido por los años, interpretado por el siempre convincente Kurt Russell, que regresa a Londres para ejecutar a un ex oficial de la CIA renegado– es un punto de partida sólido, pero lo que realmente destaca es la forma en que la película lo explora con una crudeza innegable.
La dirección de Peter Berg es notable, particularmente en la construcción de la tensión y en la creación de ambientes claustrofóbicos y opresivos. Se nota un dominio absoluto del metraje de acción, con secuencias de persecución coreografiadas con una precisión brutal. Sin embargo, Berg no se limita a ofrecer pura adrenalina. Introduce momentos de calma, diálogos sutiles que revelan la fragilidad emocional de los personajes y una paleta de colores apagada que refleja el mundo sombrío en el que se mueven. La película se beneficia de la notable utilización del sonido; la música, en ocasiones casi imperceptible, se convierte en un elemento crucial para generar suspense y anticipar la violencia que está a punto de estallar.
Las actuaciones son, sin duda, uno de los puntos fuertes de la película. Russell ofrece una interpretación sólida, un cazarrecompensas curtido por la experiencia que transmite un cansancio que va más allá del físico. Su personaje, Jack Palmer, es un hombre que ha perdido la fe en la justicia y que, aunque se dedica a la eliminación de personas, se encuentra atormentado por sus actos pasados. El joven Scoot Eastwood, como el exmilitar Marcus, demuestra una madurez sorprendente. Su personaje es un ser profundamente marcado por su pasado militar, un hombre que ha perdido la capacidad de distinguir entre el bien y el mal. La química entre Russell y Eastwood es palpable, creando una dinámica de rivalidad y, en cierto modo, respeto mutuo que impulsa la narrativa.
El guion, escrito por primera vez por Peter Berg y luego revisado, se adentra en temas complejos sin caer en simplismos. La película no se limita a presentar una simple confrontación entre el bien y el mal; explora las consecuencias devastadoras de la guerra, la pérdida de la inocencia y la dificultad de mantener la humanidad en medio de la violencia. La trama presenta algunas lagunas lógicas y se permite ciertas concesiones al melodrama, pero en general, el guion cumple su cometido al presentar un conflicto moralmente ambiguo y al forzar a los personajes a tomar decisiones difíciles. Es precisamente este tipo de decisiones lo que le da profundidad a la historia.
En definitiva, "El Escuadrón del Diablo" es una película de acción intensa y bien ejecutada que, a pesar de sus fallas, logra destacar por su atmósfera sombría, sus personajes complejos y su tratamiento honesto de temas delicados. Es una película que permanecerá en la memoria por su brutalidad y su reflexión sobre la condición humana.
Nota: 7.5/10