El exorcista: El comienzo. La versión prohibida (2005)

(EN) · Terror · 1h 55m

Vuelve al principio, al lugar donde nació el mal.

Póster de El exorcista: El comienzo. La versión prohibida
Media
5.3 /10

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Sinopsis

El Cairo, 1949. Lankester Merrin ha abandonado el sacerdocio y malvive como puede gracias a su reputación como arqueólogo. Un coleccionista privado lo contrata para que robe una imagen sagrada de un templo cristiano recién descubierto en África Oriental. Cuando Merrin acude al lugar, descubre que los hechos inexplicables que rodean el hallazgo podrían tener un origen sobrenatural.

Ficha de la película

Título original

Dominion: Prequel to The Exorcist


Estreno


Géneros

Idioma original

EN


Dirección

Guionista

James G. Robinson


Reparto principal de El exorcista: El comienzo. La versión prohibida

Actores y actrices destacados que dan vida a la historia en El exorcista: El comienzo. La versión prohibida.

Críticas de la película

Opiniones reales de usuarios que han visto El exorcista: El comienzo. La versión prohibida. Consulta sus valoraciones y comentarios.

Irene Alcázar
⭐⭐⭐⭐⭐⭐ (6.0/10)

“El Exorcista: El Origen” no es simplemente una precuela; es un ejercicio de reconstrucción de la mitología que ha construido una de las franquicias más icónicas del horror. Sin embargo, la película, dirigida por Michael Dougherty, se tambalea entre el respeto por el material original y la necesidad de contar una historia completa, y, a pesar de sus ambiciones, no logra alcanzar la excelencia que promete.

La película se centra en la figura de Lankester Merrin, interpretada con maestría por Vicent D’Onofrio. D’Onofrio ofrece una interpretación compleja y moralmente ambigua del personaje, dotándolo de un toque de cinismo y un arlequínismo que lo alejan del monjo implacable que conocemos de las entregas posteriores. Su evolución desde el académico desilusionado hasta el hombre que se enfrenta a fuerzas oscuras es, en definitiva, el corazón de la narrativa. Su actuación está salpicada de un sutil humor negro que contrasta sorprendentemente con la atmósfera de horror que la rodea, logrando una conexión genuina con el espectador.

Dougherty opta por una estética que recuerda, intencionalmente, a las películas de la época, con una paleta de colores apagados y una iluminación que enfatiza las sombras y el suspense. El diseño de producción es impecable, transportándonos a la África colonial de la década de 1940 con detalles que van desde la arquitectura hasta la vestimenta. Sin embargo, esta estética, aunque efectiva, se siente a veces ligeramente teatral, con movimientos de cámara deliberados que, más que sugerir horror, tienden a forzar la tensión.

El guion, adaptado de una novela de William Peter Blatty, es donde la película más notablemente falla. Si bien la trama principal –la búsqueda de una imagen sagrada y su conexión con una entidad demoníaca– es intrigante, la historia se siente descongestionada y, en algunos momentos, redundante. Las subtramas, que exploran el pasado de Merrin y el contexto histórico, aunque interesantes, se integran con torpeza en la trama principal, ralentizando el ritmo y diluyendo el impacto de los momentos más aterrorizantes. La ambición de ampliar la leyenda de “El Exorcista” acaba por diluir su esencia.

La banda sonora, compuesta por Steven M. Beard, es un elemento que logra generar cierto ambiente, empleando melodías inquietantes que se integran bien con la puesta en escena. Los efectos especiales, en general, son de alta calidad y evitan lo grotesco, priorizando el terror psicológico y la sensación de malestar. No obstante, algunos momentos de maquillaje y efectos prácticos, aunque bien ejecutados, terminan mostrando su edad, lo que resta credibilidad a las imágenes más horripilantes. En particular, la representación visual del demonio es algo decepcionante, careciendo de la potencia y el impacto que se esperaría de un elemento central de la franquicia.

A pesar de sus defectos, “El Exorcista: El Origen” ofrece un espectáculo visualmente interesante y cuenta con una actuación sólida de Vicent D’Onofrio. Pero, en definitiva, se queda en ser una extensión poco convincente del mito, una pieza complementaria que no aporta suficientes elementos nuevos para justificar su existencia.

Nota: 6/10

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