El exorcista II: El hereje (1977)

“El Exorcista II: El Hereje” no es una secuela que logre replicar la aterradora atmósfera de su predecesora. Más bien, es una película que busca, con resultados mixtos, expandir el universo de la posedición demoníaca y explorar nuevas facetas de la oscuridad, aunque a menudo con un exceso de artificio y decisiones narrativas cuestionables. La dirección de Richard Doyle, consciente de las expectativas generadas, opta por un tono más operístico y simbólico, alejándose por completo de la crudeza visceral que caracterizó la primera entrega. Esta decisión, si bien busca una mayor ambición estética, termina alejando al espectador, disminuyendo el impacto emocional y la sensación de auténtico terror.

La película se centra en la búsqueda del padre Lamont (Max von Sydow), atormentado por la muerte de su colega Merrin y la compleja situación de Regan MacNeil, ahora bajo el control de una misteriosa máquina hipnótica diseñada por el Dr. Gene Tuskin (E.G. Marshall). La trama se complica al descubrirse que Tuskin, un antiguo paciente de Merrin, está obsesionado con la posesión demoníaca y cree que Regan es la clave para su investigación. Von Sydow, como siempre, ofrece una interpretación sólida y digna, transmitiendo la desesperación y el horror del padre, pero se ve limitado por un guion que le ofrece pocas oportunidades para mostrar la profundidad de su personaje.

El guion es, sin duda, el punto débil de la película. Las ideas que se plantean, como la influencia del pasado en la posesión y la naturaleza del mal, son interesantes, pero se exploran de forma superficial y con diálogos a menudo torpes y poco naturales. La película se complica con demasiados personajes secundarios, muchos de ellos con motivaciones poco claras, lo que resulta en una historia confusa y carente de cohesión. El ritmo es irregular, alternando momentos de tensión contenida con exposiciones largas y tediosas. La utilización de efectos especiales, aunque notables para la época, parecen haber sido reciclados de otras películas, perdiendo así su impacto visual.

Sin embargo, "El Exorcista II" ofrece algunas escenas memorables, especialmente la escena en el mercado de esclavos en África, que se aleja del cliché y presenta una imagen perturbadora y visualmente impactante. La atmósfera opresiva y la utilización de música, que combinan elementos góticos y africanos, contribuyen a crear un ambiente inquietante. Asimismo, la caracterización de Regan, interpretada por Linda Blair, es más completa que en la primera entrega. Se muestra no solo como una víctima del demonio, sino también como una joven que lucha por recuperar su identidad.

En definitiva, "El Exorcista II: El Hereje" es una película ambiciosa pero desequilibrada. Si bien tiene momentos de brillantez y ofrece algunos elementos visuales y sonoros interesantes, su guion confuso y su ritmo irregular la convierten en una experiencia cinematográfica menos memorable que su predecesora. Es una película que, en lugar de aterrorizar, intenta impresionar, pero termina decepcionando.

Nota: 6/10