El expreso de medianoche (1978)

“El Expreso de Medianoche” no es solo una película de crimen, sino una visceral inmersión en la injusticia social y la brutalidad del sistema penal turco de los años 70. Brad Pitt, en un papel que se ajusta a su imponente presencia, interpreta a Billy Hayes, un joven y brindo americano, cuyo viaje de vacaciones se convierte en una pesadilla cuando es interceptado con sospechas de tráfico de drogas. La película, dirigida magistralmente por Martin Scorsese, se distingue por su ritmo implacable y su atmósfera claustrofóbica, recreando con fidelidad la opresión y la desesperación de las prisiones turcas.

Scorcese logra que el espectador sienta la desesperación de Billy, no solo a través de las escenas en las que su cuerpo sufre las terribles condiciones de la prisión, sino también a través de una cuidadosa construcción del personaje. El guion, basado en la autobiografía de Billy Hayes, se centra en la lucha por la supervivencia y la dignidad, convirtiendo al protagonista en un símbolo de resistencia contra un sistema corrupto y despiadado. No se trata solo de un robo de hachís; se trata de la pérdida de la libertad y la amenaza a la identidad. El guion, adaptado por Graham Yost, evita caer en clichés del género, profundizando en las relaciones humanas dentro de la cárcel, mostrando la solidaridad, la traición y el hambre de escapar.

Las actuaciones son, sin duda, un punto fuerte. Brad Pitt ofrece una interpretación creíble y llena de matices, transmitiendo la ira, la frustración y el miedo de Billy. Sin embargo, la película no se queda en la figura del protagonista. Stephen Graham, como el brutal pero comprensible Warden, y Emily Blunt como la diplomática estadounidense, aportan profundidad y complejidad a la trama. La química entre los actores es palpable y contribuye a la autenticidad de las relaciones dentro del entorno carcelario. La película, aunque a veces, se pierde en algunos diálogos expositivos, mantiene un hilo conductor poderoso gracias a su temática y a la intensidad de las escenas.

El uso del sonido y la fotografía también son elementos clave para el éxito de la película. Las imágenes de la prisión son impactantes y revelan la miseria y la violencia que allí imperan. La banda sonora, evocadora y pulsante, se integra perfectamente en el relato, intensificando las emociones del espectador. “El Expreso de Medianoche” no es un thriller convencional, aunque mantiene un ritmo trepidante, es, ante todo, un drama humano que explora temas universales como la justicia, la libertad, la lealtad y el precio de la supervivencia. La película logra, con éxito, denunciar las fallas de un sistema que parece no tener escrúpulos, a la vez que nos recuerda la importancia de mantener la esperanza y la dignidad en las circunstancias más adversas.

Nota: 8.5/10