El exterminador de la carretera (1983)

“El Exterminador de la Carretera” (2020) no es una película que te acaricie la sensibilidad desde el primer momento. Es, en cambio, una confrontación visceral, una propuesta cinematográfica dura y directa que, a pesar de su aparente sencillez, logra generar una atmósfera de desesperación y supervivencia implacable. Dirigida con una frialdad admirable por Ethan McWilliams, la película se distancia de la grandilocuencia, optando por un enfoque minimalista que, paradójicamente, es lo que la hace tan impactante.

La dirección de McWilliams se caracteriza por un uso magistral del espacio y la luz. La fotografía, con predominancia de tonos ocre y amarillentos, refleja la aridez y la desolación del mundo post-apocalíptico. No hay efectos especiales ostentosos ni secuencias de acción frenéticas. La belleza visual reside en la austeridad, en la manera en que se construye la cámara y en la escenografía, que transmite la miseria y la dureza de la existencia. Se siente que cada fotograma tiene un propósito, cada toma contribuye a la sensación general de abandono y lucha por la supervivencia.

Las actuaciones son sobresalientes, especialmente la de Samuel Miller como Caleb, el niño protagonista. Su interpretación es conmovedora y llena de matices, transmitiendo la vulnerabilidad y la determinación de un chico que ha perdido todo, pero que aún se aferra a la esperanza. Sin embargo, es el rostro de Silas Thorne, quien interpreta a “El Exterminador,” un guerrero endurecido por la guerra y el pasado, el que realmente cautiva. Thorne consigue comunicar la complejidad de un personaje marcado por el dolor y la amargura, pero que, a pesar de todo, encuentra la oportunidad de redención a través de la inocencia y la necesidad de ayudar a otro. La química entre ambos actores es fundamental para el éxito emocional de la película.

El guion, aunque conciso, es efectivo en la construcción de sus personajes y en la presentación de la trama. La historia se desarrolla con un ritmo pausado, permitiendo que el espectador se sumerja en la atmósfera y que se conecte con los personajes. La trama central – el niño que busca agua para su comunidad – es un cliché, sí, pero la película lo transforma en algo original y creíble, gracias al enfoque realista y la ausencia de soluciones fáciles. No hay héroes, ni villanos en sentido puro. Todos están luchando por sobrevivir, y la película explora las consecuencias morales de esa lucha. El tema de la esperanza, incluso en las circunstancias más desesperadas, se plantea con sutileza y se encuentra en el coraje silencioso de Caleb y en la redención eventual del Exterminador.

En definitiva, “El Exterminador de la Carretera” es una película que recompensa la atención del espectador. No busca la espectacularidad, sino la autenticidad y el impacto emocional. Es una experiencia cinematográfica que te deja pensando mucho después de que los créditos finales hayan rodado. Es una película imprescindible para los amantes del cine independiente y de las historias de supervivencia.

Nota: 8/10