El fantasma (2000)

“El Fantasma” no es una película que te dejará con una sonrisa fácil. Es una experiencia visceral, incómoda, a veces incluso perturbadora, que se instala en la mente y te obliga a reflexionar sobre la soledad, la obsesión y la fragilidad de la identidad. El director Tiago de Nascimento consigue plasmar un ambiente lúgubre y opresivo que, lejos de ser un mero adorno, se convierte en un personaje más dentro de la narrativa. La película se mueve con una lentitud deliberada que, si bien puede irritar a algunos espectadores, es crucial para construir la atmósfera de inquietud constante.

La dirección de Nascimento es magistral en su capacidad de generar tensión. La cámara suele ser discreta, observando al protagonista, Sérgio, con una mirada fría y analítica. Hay un uso sutil pero efectivo de la iluminación, jugando con las sombras y los contrastes para acentuar el aislamiento del personaje y la sensación de que algo maligno acecha en las calles de Lisboa. La película no depende de sustos baratos, sino de un desarrollo gradual de la paranoia, un juego psicológico que te mantiene al borde del asiento. El sonido también juega un papel fundamental, con una banda sonora ambiental que complementa a la perfección la imagen, intensificando la atmósfera lúgubre y creando una sensación de presagio inminente.

La actuación de João Borrego como Sérgio es absolutamente convincente. Borrego transmite con perfección la vulnerabilidad, la soledad y la desesperación del personaje. No se trata de un héroe, sino de un hombre roto, consumido por sus deseos y atormentado por fantasmas que quizás solo existan en su propia mente. La dinámica entre Sérgio y su perro, Lorde, es particularmente conmovedora, representando una de las pocas conexiones genuinas que tiene el personaje. El resto del reparto, aunque con papeles más secundarios, ofrece interpretaciones sólidas, contribuyendo a dar vida a este mundo onírico y perturbador.

El guion, adaptado de un relato de Fernando Pessoa, es inteligente y ambivalente. La historia explora la idea de que la búsqueda de la satisfacción sexual puede ser un camino de muerte, un intento desesperado de escapar de la soledad que, paradójicamente, la amplifica. La ambigüedad es una de las mayores fortalezas de la película: nunca se confirma la naturaleza del fantasma perseguido por Sérgio. ¿Es un ente real, una proyección de sus deseos, o simplemente la manifestación de su propia mente atormentada? Esta incertidumbre obliga al espectador a cuestionar la naturaleza de la realidad y la fragilidad de la percepción. La conexión con el legado literario de Pessoa se siente, a través de la exploración de la soledad existencial y la pérdida de identidad.

En definitiva, “El Fantasma” es una película inquietante, reflexiva y visualmente impactante. No es un entretenimiento ligero, sino una experiencia cinematográfica que exige atención y voluntad de compromiso. Es una película que te marcará, que te dejará con preguntas y una sensación de inquietud duradera.

Nota: 8/10