El farmacéutico de guardia (2003)

“El farmacéutico de guardia” es una película que, en su esencia, plantea una pregunta moral tan compleja como perturbadora: ¿justifica el fin justificar los medios? La película, dirigida con una precisión inquietante por Alain Escubi, se adentra en un territorio oscuro y moralmente ambiguo, desafiando al espectador a cuestionar sus propias convicciones. No se trata de un thriller convencional, sino de una reflexión tensa y claustrofóbica sobre la radicalización ideológica y las consecuencias devastadoras de la intolerancia.

La historia se centra en Yan Lazarrec, interpretado magistralmente por Jacques Nollet. Nollet logra transmitir la convicción fanática y la inquebrantable fe del protagonista, creando un personaje que resulta a la vez fascinante y aterrador. No es un villano caricaturesco, sino un individuo que ha llegado a la conclusión de que solo a través de la violencia extrema puede proteger el planeta. La complejidad de su personaje reside en el hecho de que, en su lógica distorsionada, cree estar actuando por un bien mayor, lo que lo convierte en un reflejo sombrío de la propia naturaleza humana. La actuación de Nollet es un pilar fundamental para el éxito de la película.

El guion, coescrito por Nollet y Alain Escubi, se caracteriza por una narrativa lineal pero meticulosamente construida. La tensión se acumula gradualmente, a medida que François Barrier, interpretado con sobriedad por Pierre Lesage, se acerca a la verdad. Lesage aporta una sensación de peso y preocupación, como un hombre que se enfrenta a horrores inimaginables, y su presencia equilibra, en cierta medida, la intensidad del personaje de Nollet. El ritmo es pausado, pero efectivo, permitiendo que el espectador absorba la atmósfera opresiva y los detalles macabros de las escenas. Sin embargo, a veces la lentitud puede resultar un poco excesiva, ralentizando el desarrollo de la trama.

La dirección de Alain Escubi es, sin duda, uno de los puntos fuertes de la película. Escubi maneja con maestría la paleta de colores, utilizando tonos apagados y grises que reflejan el estado mental de los personajes y la desolación del entorno. La fotografía es impecable, creando un ambiente visualmente impactante y evocador. Además, la banda sonora, minimalista y sugerente, contribuye a intensificar la sensación de inquietud y suspense. La película no se dedica a mostrar la violencia de forma gratuita; al contrario, la sugiere sutilmente, aumentando su impacto psicológico.

En definitiva, “El farmacéutico de guardia” es una película difícil de olvidar, que provoca una reflexión profunda sobre la ética, la justicia y los límites de la moralidad. No es una película fácil de ver, pero sí es una película inteligente, inquietante y visualmente impactante. Es una obra que se queda contigo mucho después de que los créditos finales hayan terminado de rodar. Una producción que, aunque no alcanza la perfección, deja una huella imborrable en el espectador.

Nota: 7.5/10