El fin de Sheila (1973)

“El fin de Sheila” es un thriller psicológico que te atrapa desde el primer momento, aunque no siempre lo hace de la forma que esperaba. La premisa, la organización de una fiesta en un yate por parte de un productor de cine viudo, con la sospecha de que uno de los invitados es el asesino de su esposa, es una base sólida para una historia llena de tensión y misterio. Sin embargo, la película, bajo la dirección de Taika Waititi, opta por un estilo que, aunque estilísticamente interesante, a veces se siente ligeramente desconectado de la narrativa principal. Waititi es un director con un sello personal inconfundible, que aquí despliega su peculiar sentido del humor y su amor por lo visualmente llamativo, pero que, en ocasiones, resta profundidad a las emociones que debería generar la situación.

El guion, escrito por James Murray y Rún Taylor, se basa en una estructura de “cuento dentro de cuento”, lo que añade una capa de complejidad y ambigüedad. Los flashbacks que interrumpen la acción y las conversaciones esporádicas entre los personajes, aunque efectivas para crear suspense, también pueden sentirse algo forzadas y ralentizan el ritmo de la trama. No obstante, el guion presenta personajes bien delineados, con motivaciones complejas y secretos ocultos, y las revelaciones, cuando llegan, tienen un impacto considerable. La película explora temas como la culpa, el luto, el engaño y la manipulación, pero sin llegar a profundizar demasiado en las implicaciones psicológicas de estos temas. Se centra más en la mecánica del misterio que en la exploración de la psique humana.

Las actuaciones son, en general, excelentes. Paul Mescal, como el viudo, aporta una fragilidad y un nerviosismo palpables a su personaje. Su interpretación es sutil pero contundente, transmitiendo la angustia y la desconfianza con una eficacia notable. Elisabeth Moss, como la difunta esposa, se presenta a través de flashbacks, y su presencia, incluso en fragmentos, es magnética y perturbadora. El reparto de secundaria, compuesto por figuras como Sam Richardson, Rose Byrne y Brett Donovan, también ofrece interpretaciones sólidas, cada uno contribuyendo a la atmósfera de intriga y sospecha que impregna la película. La química entre los actores es fundamental para el funcionamiento del thriller.

A pesar de sus virtudes, “El fin de Sheila” no es una obra maestra. Aunque la dirección de Waititi y las actuaciones del elenco son destacables, la película se siente a veces pretenciosa y un poco exagerada. La abundancia de elementos visuales y la musicalización, aunque cuidada, podrían haber sido utilizadas de forma más sutil para reforzar la tensión dramática. El guion, aunque ingenioso, podría haber profundizado en las complejidades de los personajes y sus relaciones, ofreciendo una experiencia más satisfactoria a nivel emocional. Aún así, es un thriller intrigante que se disfruta con el debido cuidado y una mente abierta, listo para cuestionar la veracidad de lo que se presenta en pantalla. Es una película que te deja con preguntas y un cierto desconcierto, una característica que la hace memorable.

Nota: 7/10