“El Fundador” (The Founder) es una película que, paradójicamente, es más un estudio de personaje que una narración cinematográfica convencional. Ridley Scott, conocido por su maestría en el thriller y la tensión, demuestra aquí una inesperada habilidad para diseccionar la ambición y la falta de escrúpulos de Ray Kroc, el hombre que convirtió un exitoso restaurante familiar en el imperio McDonald's que conocemos. La película no trata de glorificar el negocio, sino de explorar la oscuridad que reside en la búsqueda implacable del éxito, a menudo a costa de la ética y de las personas que se interponen en el camino.
Paul Mescal, en un papel que podría haber resultado plano, ofrece una interpretación magistral de Kroc. Logra transmitir la insaciable sed de éxito, la descarada autosuficiencia y, gradualmente, una inquietante vacuidad moral. Su Kroc no es un villano caricaturesco, sino un hombre convencido de su propia rectitud, capaz de justificar cualquier medio para alcanzar su meta. La evolución de su personaje es sutil y perturbadora, lo que se debe en gran parte a la dirección precisa de Scott, quien utiliza la iluminación y la composición de planos para reflejar el interior cada vez más desolado del protagonista.
La película se centra en la relación entre Kroc y los hermanos McDonald. Michael Keaton, Steve Carell y John Carroll Lynch ofrecen interpretaciones sólidas, pero son, en cierto modo, figuras complementarias a la obsesión de Kroc. La dinámica entre estos tres personajes es el corazón de la película. Scott no idealiza a los hermanos McDonald; los presenta como un par de emprendedores honestos pero ingenuos, desprotegidos ante la astucia y la ambición de Kroc. No obstante, la película no los convierte en víctimas pasivas. Muestra su espíritu empresarial y su orgullo por su creación original.
El guion, adaptado de la biografía de su padre, es inteligente y evita caer en simplificaciones. Si bien se centra en la trama de la adquisición de McDonald’s, también explora temas más amplios como el consumismo, la industrialización de la comida y el papel de la publicidad en la construcción de una marca. Sin embargo, a veces se siente un poco lento y la tensión, que es uno de los puntos fuertes habituales de Scott, está presente pero no tan palpable como en sus películas anteriores. Se observa una cierta rigidez en la estructura narrativa, lo que limita la capacidad de la película para generar un impacto emocional más profundo. Es una película analítica, que exige al espectador un cierto grado de paciencia y de interés en el análisis psicológico del protagonista.
A pesar de estas pequeñas debilidades, "El Fundador" es una película que invita a la reflexión. Es un retrato amargo y, en última instancia, desolador de un hombre que cambió el mundo, pero a costa de su alma. La película, más que contar una historia de éxito, explora la corrosiva naturaleza de la ambición desmedida.
Nota: 7/10