El Gángster, El Policía y El Diablo (2019)

“El Gángster, El Policía y El Diablo” es un thriller criminal coreano que, a primera vista, podría parecer una fórmula trillada: un jefe de la mafia, un detective con un pasado turbulento y un asesino en serie que opera bajo un nombre en clave misterioso. Sin embargo, el director Kim Won-seok se diferencia al construir una narrativa que no solo se enfoca en la persecución de “K”, sino en el lento desmoronamiento moral y la confrontación interna de los personajes principales. La película se centra en la relación forjada entre Jang Dong-su (Song Kang-ho), el implacable jefe de la mafia, y Jung Tae-seok (Choi Sung-ryeol), un detective atormentado por una tragedia familiar que lo ha convertido en un hombre consumido por la obsesión y el alcohol. Este vínculo improbable es el núcleo de una cinta que explora la naturaleza del bien y el mal, la redención y las consecuencias de las decisiones pasadas.

Song Kang-ho ofrece una interpretación magistral, inyectando una profunda complejidad y melancolía en el personaje de Jang Dong-su. No se trata de un villano caricaturesco, sino de un hombre que, aunque justifica sus actos con una lógica retorcida, también refleja una profunda soledad y la búsqueda de un sentido en un mundo despiadado. Choi Sung-ryeol, en cambio, interpreta a Jung Tae-seok con una intensidad palpable. Su personaje es un espejo roto de la moralidad, impulsado por un dolor que lo carcome y que lo lleva a tomar decisiones extremas. La química entre ambos actores es fundamental para el éxito de la película; la tensión no proviene solo de la persecución del asesino, sino de la extraña, casi casi-fraterna, relación que se desarrolla entre ellos, una relación basada en el respeto mutuo, aunque profundamente cínica.

La dirección de Kim Won-seok es precisa y elegante. Se evita la violencia gratuita, optando por una atmósfera de constante tensión y suspenso. La película se construye con un ritmo medido, permitiendo que la relación entre los personajes se desarrolle gradualmente. La cinematografía, con paletas de colores sóbsticas y la utilización inteligente de la luz y la sombra, contribuye a la sensación de opresión y desasosiego. El guion, coescrito por el director y otros colaboradores, se vale de un diálogo sutil y reflexivo, que no recurre a la exposición innecesaria. En lugar de explicar por qué los personajes hacen lo que hacen, se deja que sus acciones hablen por sí mismas. La película invita al espectador a cuestionar la definición de lo heroico y lo vil, y a reflexionar sobre las líneas borrosas que separan ambos conceptos. El giro argumental final, aunque predecible para algunos, es ejecutado con maestría y proporciona un cierre satisfactorio a la historia.

En definitiva, “El Gángster, El Policía y El Diablo” es mucho más que un simple thriller criminal. Es un estudio profundo de la condición humana, una exploración de la moralidad y la redención, y una película visualmente impactante y emocionalmente resonante. Kim Won-seok ha logrado crear una obra que perdura en la memoria del espectador mucho tiempo después de que la pantalla se apague. Es un ejemplo brillante del cine coreano contemporáneo.

Nota: 8.5/10