El gato de las nueve colas (1971)

“El Gato de Nueve Colas” no es solo una película, es una experiencia visual y sonora que te envuelve en una atmósfera de inquietud y misterio constante. Dirigida por Giacomo Campi, la cinta se aleja deliberadamente de las convenciones del thriller policial tradicional, optando por una estética particular que recuerda a los thrillers psicológicos de los años 70, con toques de ciencia ficción que no resultan innecesarios, sino que enriquecen la trama. La película se siente orgánica, casi como una investigación llevada a cabo en tiempo real, gracias a una dirección de fotografía impecable que emplea la penumbra y la iluminación de manera magistral para construir la tensión. La narrativa se construye poco a poco, revelando fragmentos del pasado y del presente a medida que Franco y Carlo profundizan en el caso, y esto, para mí, es uno de los puntos fuertes de la película: un ritmo pausado que obliga al espectador a prestar atención a los detalles.

La actuación de Paolo Hendry como Franco Arno es, sencillamente, excepcional. Hendry logra transmitir una fragilidad física que contrasta con una determinación mental sorprendente. Su ceguera no es un mero rasgo de identidad, sino una parte integral de su personaje, que lo define y le otorga una perspectiva única sobre la realidad. La química entre Hendry y Marco Salerno, quien interpreta a Carlo Giordani, es palpable y el desarrollo de su relación de confianza es uno de los pilares de la trama. Salerno ofrece una interpretación sólida, sin desmarcarse del papel de un periodista escéptico que, progresivamente, se ve arrastrado a la extraña realidad que se despliega ante sus ojos. La película consigue que sientas empatía por ambos personajes y por su búsqueda de la verdad.

El guion, adaptado de un cuento de Haruki Murakami, es complejo y a veces ambiguo. La idea central, que vincula la psicopatía con la cromosómica, es arriesgada pero bien ejecutada. Se explora la idea de que los rasgos genéticos pueden influir en la personalidad y el comportamiento, planteando preguntas éticas y filosóficas sobre la naturaleza humana. Si bien algunos elementos pueden resultar un tanto rebuscados, la película logra mantener el interés del espectador gracias a sus giros argumentales y a sus constantes dilemas morales. La banda sonora, minimalista y evocadora, contribuye a crear una atmósfera de suspense que permanece en la memoria incluso después de que los créditos finales hayan comenzado a rodar. El uso del sonido es particularmente inteligente, enfatizando la percepción sensorial del protagonista.

No obstante, hay algunos momentos en los que la trama se vuelve un tanto confusa, y el ritmo puede ralentizarse demasiado. A pesar de esto, "El Gato de Nueve Colas" es una película singular y original, que ofrece una propuesta fresca en el género de suspense y que vale la pena ver para aquellos que buscan algo diferente.

Nota: 7/10