El Gran Carnaval (1951)

“El Gran Carnaval” no es precisamente una joya del cine, pero tampoco es un desastre absoluto. Es una película que se presenta como una pequeña y densa historia de moralidad, corrupción y el precio de la ambición, pero al final se queda en algo más contemplativo y, a veces, frustrante. La dirección de Robert Halmi se nota, es sólida y consigue crear una atmósfera opresiva y desoladora en el pequeño pueblo de Nuevo México, un lugar donde la desesperación y la miseria se mezclan con una aparente calma engañosa.

El guion, adaptado de la novela homónima de Louis L’Amour, es el principal punto débil. Se basa en un previsible conflicto: un periodista sucio y un sheriff corrupto que se aprovechan de una tragedia para obtener fama y beneficio. El ritmo es lento, deliberadamente, pero se torna repetitivo y carente de sutileza. Aunque L’Amour es conocido por su estilo, la adaptación simplifica demasiado la complejidad moral que se insinuaba en la novela. Se pierde en detalles escenciales para una mayor reflexión sobre el impacto de la codicia y la explotación en una comunidad vulnerable.

Las actuaciones, por otro lado, son sólidas. William Holden, en el papel de Charles Tatum, es convincente como un hombre moralmente degradado, un hombre consumido por el alcohol y la ambición. Su interpretación transmite a la perfección el cinismo y la desilusión de un hombre que ha perdido todo. Pero la película se queda a medias. Richard Harris, como el sheriff, ofrece una interpretación correcta pero sin demasiada profundidad, limita demasiado el personaje al tipovillano convencional. Asimismo, las actuaciones de los actores secundarios, que interpretan a los habitantes del pueblo, no logran darles la sustancia que merecen. Se ven como arquetipos más que como individuos con sus propias motivaciones y deseos.

A pesar de sus defectos, “El Gran Carnaval” posee un valor inquietante. La fotografía en blanco y negro, con la luz grisácea del desierto, contribuye a la sensación de abandono y desesperación. La banda sonora, melancólica y sobria, refuerza la atmósfera opresiva. La película no ofrece respuestas fáciles, sino que plantea preguntas sobre la naturaleza humana, la justicia y la responsabilidad. No es una experiencia cinematográfica fácil, pero sí es memorable. La película explora la oscuridad que puede esconderse tras las apariencias de un lugar aparentemente idílico, revelando que incluso en el corazón del “gran carnaval” se encuentra una profunda desesperación.

Nota: 6/10